Fuente: Vive la Biblia

El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros: en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.

Amados, si Dios así nos ha amado, también debemos amarnos unos a otros. Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor se ha perfeccionado en nosotros. En esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo. Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor, y el que permanece en amor permanece en Dios y Dios en él. En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio, pues como él es, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor».

Las sencillas y a la vez muy profundas palabras: «Dios es amor», van más allá de todo contexto histórico y de todo enfoque temporal. En ellas se revela claramente el carácter eterno de Dios. Dios es, siempre ha sido y siempre será el Ser Supremo cuyo carácter es el amor. El mensaje de toda la vida de Jesús tuvo como fin llenar la palabra, «amor» con sus características: misericordia, bondad, fidelidad, gracia, cariño, benignidad, pasión, lealtad, favor, constancia, ternura.

Dios es amor. Este es el aspecto más destacado de la naturaleza de nuestro Padre celestial. Cuando vivimos en su amor, encontramos suplidas todas nuestras necesidades emocionales y afectivas. Su amor en nosotros es el motor que nos motiva a hacer su voluntad. El cumplimiento de la ley es el amor (Rom. 13.10). Este amor es nuestra motivación para vivir una vida agradable a sus ojos.

Cuando Pablo dice: «el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado» (Rom. 5.5), se refiere al conocimiento del amor de Dios hacia nosotros.

Derramado – Es el vocablo utilizado para hablar sobre el «derramamiento del Espíritu Santo» en Hechos 2. Sugiere un fluir libre y una gran cantidad, es decir, inundación.

Ha sido – El tiempo verbal es perfecto, lo cual indica un estado permanente, resultante de una acción completada en el pasado. La idea es que el conocimiento del amor de Dios, habiendo inundado nuestro corazón, ahora lo mantiene colmado.
Ministerio del ES – Parte del ministerio regular del Espíritu Santo es impartir a la Iglesia dicho conocimiento.

La medida del amor depende de cuánto da, y la medida del amor de Dios es la dádiva de su Hijo único para hacerse hombre y para morir por nuestro pecado. El amor de Dios ha dado todo. Por eso Pablo habla del “gran amor con que nos amó” (Ef. 2.4). Los escritores del Nuevo Testamento señalan constantemente a la cruz de Cristo como la prueba culminante de la realidad y del carácter ilimitado del amor de Dios. Así Juan, pasa de su «Dios es amor» a decir: «En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestro pecado» (1 Juan 4.9ss).

Los gnósticos creían y enseñaban que Dios era luz y espíritu inmaterial, pero ante la verdad de que Dios era amor no tenían respuesta.

Es verdad que las palabras Dios es amor no significan que amar es la única de las muchas actividades de Dios; más bien significan que toda su actividad es una amorosa actividad y que, por lo tanto, si él juzga, juzga en amor. Entonces, si su juicio es en amor, su amor es en justicia. El que es amor, también es luz y fuego. Lejos de condonar el pecado, su amor ha encontrado un camino para exponerlo (porque él es luz) y consumirlo (porque él es fuego) sin destruir al pecador, sino salvándolo, a través de la cruz de Cristo.

Decir que Dios es luz equivale a decir que la santidad de Dios encuentra expresión en todo lo que dice y hace. Asimismo, la afirmación: «Dios es amor» significa que su amor se expresa en todo lo que hace y dice.

El Dios que es amor, nos amó y expresó su amor enviando a su Hijo a la Tierra. Mientras que el origen del amor está en el ser de Dios, la manifestación del amor está en la venida de Cristo.

Su amor permanece cuando otros amores desaparecen. Las Escrituras no dicen que Dios tiene amor, como si el amor fuera una posesión que Dios pudiera dejar a un lado cuando está enojado. La Biblia dice: Dios es amor pues el amor no es un atributo de Dios sino la sustancia misma de su ser.

Dado que Dios es amor, la descripción de Pablo en 1 Corintios 13, concerniente al amor, es una descripción de Dios.

El amor de Dios era costoso, tan costoso que fue hasta la cruz para declararlo. Pero, aunque su gran amor es costoso, también es gratis. Es la dádiva de Dios. ¡Oh! ¡Qué maravilloso amor!

Decir que Dios es amor no significa que Dios es igual a amor. El amor no describe exhaustivamente a Dios. Él tiene otras cualidades, tales como sabiduría y fortaleza. Lo que sí significa es que en la naturaleza de Dios no hay nada que vulnere al amor. Dios siempre actúa amorosamente, aún en el juicio.

Dios es la fuente de todo amor verdadero (1 Juan 4.7, 19). Él no estaba obligado a amar a causa de algún elemento exterior. Amor es la manera que Dios es. Esta es una de las grandes evidencias de la Trinidad. Dios el Padre ama a Dios el Hijo y a Dios el Espíritu Santo por toda la eternidad. Lo mismo sucede con las otras personas de la Trinidad, que se aman mutuamente. Por consiguiente, es el amor el que los aúna. Es la Trinidad en amor; y únicamente a causa del amor por otros esa unidad fue quebrantada en la cruz.
Cuando consideramos la sabiduría de Dios vemos algo de su pensamiento; al contemplar su amor, hemos de introducirnos en su corazón.

La expresión «Dios es amor» tampoco encierra toda la verdad de Dios en lo que respecta a la Biblia, pero esta declaración presupone el resto del testimonio bíblico acerca de Dios. El Dios del que habla Juan es el Dios que hizo el mundo, y lo juzgó con el diluvio; el que llamó a Abraham para hacerlo una nación, y el que castigó a su pueblo a causa de la desobediencia y lo envió al cautiverio; el que envió a su Hijo para salvar al mundo, y desechó al Israel incrédulo, y algún día juzgará al mundo con justicia. Ese Dios, dice Juan, es amor.

La amante naturaleza de Dios es la base de su actividad creadora y redentora. Dios creó al hombre porque él es amor y deseaba un ser diseñado a su imagen y semejanza a fin de que pueda amarlo y ser libremente amado por él. Cuando el hombre rechaza esta aproximación del Dios de amor, quebrando esa relación, Dios continúa amándolo porque Dios es amor a toda costa. Esa es la historia de la redención: El amante Dios busca al hombre a través del amor encarnado. Por lo tanto, todo en la vida halla sentido al ser amado por Dios y al amar a Dios.

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