Para merecer la entrada al Reino de los Cielos valen más las obras de misericordia realizadas con
amor a los hermanos necesitados y llenar de alegría, satisfacción y paz toda la tierra.
Konaté Hernández
Playa del Carmen, Quintana Roo.– Luego de que un hombre rico obtuviera una gran cosecha y pensar lo que haría para agrandar sus graneros y guardarla por haber acumulado riqueza para muchos años, por lo que podría descansar, comer, beber y darse la buena vida, indicó Monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, L. C., en su visita pastoral a la toma de posesión de la parroquia Corpus Christi en Playa del Carmen.
Sin embargo, la respuesta de Dios ante el hombre que acumula riquezas, es “insensato esta misma noche vas a morir”, ¿a quién dejarás todos tus bienes?, cuestionó.
Ubicada en avenida 110–A entre 125 Sur y Arco Vial de la colonia Forjadores en Playa del Carmen, donde se llevó a cabo la toma de posesión del padre Miguel Ángel Leos Gallegos como nuevo párroco de la parroquia de Corpus Christi, acompañado del canciller de la Diócesis Cancún Chetumal, padre Reineris Herazo Julio.
Al continuar con su mensaje, aseveró que hay gente apegada a acumular riqueza, por lo que al rememorar al conquistador del mundo, Alejandro Magno, que al morir a los 38 años, fuera enterrado a la vista de todos para que vieran que no se llevaba nada de lo conquistado.
Se trata de no enraizarse en lo material
El corazón del avaro esta apegado a la riqueza, dedicado a acumular, conservar porque ama, se obstina y
apasiona en guardar ávidamente la riqueza. La avaricia esclaviza y separa de Dios, “porque donde está tu
tesoro ahí está también tu corazón”. Jesús advirtió: “no atesoréis riqueza en la tierra donde la polilla y la
herrumbre la destruye y donde los ladrones perforan las paredes para roban. No podéis servir a Dios y a la riqueza”. Mientras San Pablo advierte que la raíz de los males es la afición al dinero y ni los ladrones, ni los avaros heredarán el Reino. La avaricia hace poner la confianza en el dinero y perder la confianza en Dios, de ahí que el rico piensa resolver todo con dinero y no puede vivir ni dormir en paz, porque teme que le roben o le defraudan.
No es desprenderse de los bienes materiales, ni ser avaro en el afán desordenado por el dinero, si no tratar de conseguir el verdadero tesoro en el Reino de los Cielos, no es tener sino compartir para ganar la vida eterna. “Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estaba desnudo y me vestiste, enfermo y me visitaste…, entra en el gozo de tu Señor”.
“Hay más alegría en dar que en recibir”, dichosos los pobres de espíritu, pues de ellos es el Reino de los
Cielos. La pobreza evangélica pone únicamente en Dios todo deseo de posesión, toda su confianza, todo su apoyo y toda su seguridad, sin enraizarse en lo material; ni poseer nada fuera de Dios, ni buscar más apoyo que su gracia, es desapegar el corazón de los bienes materiales, subrayó Monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, L. C.