En la solemnidad de la Asunción, Francisco nos exhorta a dirigir nuestra mirada a Aquella que «siempre sigue a Jesús». Que la Virgen, reza el Pontífice, «nos ayude a ir hacia el encuentro con el Señor».
Amedeo Lomonaco – Ciudad del Vaticano
«No debemos imaginar a María como a una «inmóvil estatua de cera», sino que en Ella podemos ver a una «hermana… con las sandalias gastadas… y con tanto cansancio», por haber caminado tras el Señor y al encuentro de sus hermanos y hermanas, concluyendo luego su viaje en la gloria del Cielo». El Papa Francisco en el Ángelus de este domingo 15 de agosto, Solemnidad de la Asunción, describió a la Santísima Virgen con estas palabras: «Aquella que nos precede en el camino, recordándonos a todos que también nuestra vida es un viaje». Un viaje continuo hacia el «horizonte del encuentro definitivo». El Papa exhortó a rezar para que la Virgen «nos ayude a ir en este viaje hacia el encuentro definitivo con el Señor».
María siempre en camino siguiendo a Jesús
En el Evangelio de la Liturgia de hoy, Solemnidad de la Asunción de la Virgen María, contemplamos a «la joven muchacha de Nazaret que, recién recibido el anuncio del Ángel, se pone en camino para visitar a su prima Isabel». El Papa Francisco sitúa junto a esta escena la «bella expresión del Evangelio»: ella se puso en camino.
Significa que María no considera un privilegio la noticia recibida del Ángel, sino que, por el contrario, deja su casa y se pone en camino, con la prisa de quien desea anunciar a los demás esa alegría y con el afán de ponerse al servicio de su prima. Este primer viaje, en realidad, es una metáfora de toda su vida, porque a partir de ese momento, María estará siempre en camino siguiendo a Jesús, como discípula del Reino.
Y, al final, su peregrinación terrena – afirma el Papa – termina con su Asunción al Cielo, donde, junto a su Hijo, goza para siempre de la alegría de la vida eterna.