ANA BEATRIZ LUTZOW BORGES

EXTRACTADO DEL LIBRO: VIDA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO DE ROGELIO VILLARINO UGARTE, S. J.)

EDITORIAL EL MENSAJERO DEL CORAZÓN DE JESÚS – 1949

¿QUIÉNES ERAN LOS REYES MAGOS?

HISTORIA DE LA EPIFANÍA

Nació Jesús, y después que nació mientras reinaba Herodes, he aquí que vinieron del Oriente unos Magos a Jerusalén, preguntando: ¿Dónde está el Rey de los Judíos?, porque hemos visto su estrella en Oriente y hemos venido a adorarle.

Ya comienza a ser llamado Rey de los judíos al nacer el que al morir sería titulado de la misma manera. ¿Quiénes eran esos magos? ¿De qué Oriente venían? ¿Qué estrella vieron?

Eran entre los persas y medos los magos los descendientes de uno de los pueblos más antiguos de que su nación se había constituido. Desdeñando mezclarse con otras familias, poco a poco se fueron aislando y formando ellos solos, superior y noble, una casta aparte, que conservaba entre sus atributos hereditarios el servicio del culto y oficio y dignidad sacerdotales. Se jactaban de ser más distinguidos y sabios que las otras familias y castas, si bien no todos eran sacerdotes y sabios, pero todos se consideraban como más nobles que el vulgo y de ellos elegían a los jefes supremos, los altos consejeros, los sacerdotes, los intérpretes de sueños y dificultades, los ocultistas conocedores de los secretos de la naturaleza. La economía y la historia natural eran sus principales conocimientos. Hombres muy curiosos y leídos que emprendían largos viajes para instruirse y dedicaban mucho tiempo a sus estudios. Gracias a eso, conservaban entre los suyos gran superioridad intelectual, dignidad moral y carácter religioso. Nuestros verdaderamente magos, vinieron de Oriente, lo más seguro es que vinieran de la región de Persia donde principalmente residían.

No cabe duda que estaban instruidos en las esperanzas mesiánicas, ya sea por sus conocimientos religiosos adquiridos en sus viajes, por su comunicación con los judíos en tiempos de la cautividad en Babilonia donde pudieron enterarse por medio de los Libros Santos y Proféticos del Pueblo de Dios.

No hay ningún fundamento para que se crea que hayan sido reyes; todo lo que puede decirse es que por su nobilísima posición y por el respeto con que eran considerados en su patria, eran poderosos príncipes a quienes en el Oriente los respetaban poco menos que a los reyes.

Tampoco se sabe cuántos eran; la creencia general es que fueron tres, pero la tradición siria y armenia dice que fueron doce.  En algunos monumentos antiguos, aparecen cuatro, en otros ocho y en las pinturas de las catacumbas solo dos. La Iglesia menciona a Melchor, Gaspar y Baltazar más bien para mencionarlos de alguna manera. San Veda el Venerable dice: “El primero fue Melchor, quien anciano y cano dotado de barba y larga cabellera, ofreció a Jesús el oro como Rey y Señor. El segundo Gaspar, joven imberbe, rubio, le honró como Dio con incienso. El tercero moreno con toda su barba, ofreció mirra, profesando así que el Hijo del Hombre había de morir”.  Pero nada de esto consta por el Evangelio. Lo cierto es que, observando sin duda, como de costumbre los astros, vieron en el Cielo una estrella y conocieron que era la Estrella del Rey de los Judíos. Según se deduce en el Evangelio, esta estrella fue un meteoro luminoso distinto a los demás meteoros y estrellas ordinarias. Apareció en el Oriente, y una vez que  por él los Magos conocieron haber nacido el Rey de los judíos, desapareció y vplvió a aparecer cuando ellos salieron de Jerusalén.

Si bien la Iglesia celebra la fiesta de la Epifanía o Manifestación del Señor a los Gentiles, a los trece días del nacimiento, no por eso se debe creer que los Magos vinieron en tan breve espacio; no llegaron a Belén sino hasta después de la Presentación y probablemente un año después del Nacimiento. Si la estrella se apareció el día del Nacimiento como es lo más lógico y natural, distando la capital de Persia unos dos mil kilómetros, y suponiendo que la caravana caminase unos cincuenta kilómetros diarios como suele hacerse en los camellos en viajes largos, tardarían al menos cuarenta días, pero parece bien verosímil que emplearon un espacio bastante largo que pudo haber durado muchos meses más.

En Jerusalén había un rey, pero ese rey era Herodes, usurpador, aborrecido y sangriento; receloso por doquiera y veía sombras de usurpadores conjurados para derrocarle. La pregunta de los Magos era muy peligrosa y la respuesta también. Por eso nadie debió responderles por el miedo. Tembló Jerusalén, pero más que nadie tembló Herodes. Llamó a todos los príncipes de los sacerdotes y escribas para preguntarles y la respuesta fue: “en Belén de Judá”.  Calló y los despidió y luego sin testigos buscó a los Magos, se enteró de ellos con mucho cuidado del tiempo les apareció la estrella y despidiéndoles para Belén les dijo: “Id, averiguad bien de ese Niño, y cuando lo halléis enterarme de todo para ir a adorarle”.  No sospecharon los Magos su hipocresía y sed de venganza.

Sorprendidos debieron de quedar, cuando encontraron aquel Rey sin palacio, sin cortes, sin aparato…Pero iluminados por el Cielo, creyeron, adoraron y ofrecieron homenaje.

¡Día dichoso: en él empezaron los gentiles a ser pueblo de Dios! Los Magos son nuestros padres, nuestros introductores, primogénitos de las gentes en la fe.

(Comentario) Como nos cuenta Don Rogelio Villarino Ugarte, los Reyes Magos han sido nuestros introductores en este maravilloso camino de la fe en Nuestro Señor Jesucristo, quien es nuestra luz y nuestra esperanza para poder iniciar tiempos mejores. No cabe duda que hemos vivido momentos inéditos que jamás pudimos imaginar; que la mayoría no encontró nada bueno que pudiera sacar de la pandemia y se hundió en un mundo de depresión, angustia y desesperación porque la economía se derrumbó y los padres se vieron imposibilitados para sostener a sus familias, porque muchos han perdido a sus seres queridos y porque parece un túnel sin fin.

Dios es nuestro único Camino, pero no tenemos tiempo para orar, para levantar los ojos y pedir con humildad, todo lo queremos en un click, en un “rápido que tengo prisa” y tal vez allá está la enseñanza que nos están dando, allá la lección.

 Santa Teresa de Jesús dice: “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa; Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene, nada le falta, SOLO DIOS BASTA”.

Estamos celebrando la Epifanía, la manifestación del Salvador al mundo y el Dios del amor nos ha permitido en este año amargura, mirar la Estrella de Belén, indicándonos el camino, y los verdaderos cristianos sabemos quién es nuestra única esperanza, en quién tenemos que poner nuestra confianza y entender que Dios nunca permite algo si no fuera a sacar un beneficio para la humanidad: “No hay mal que por bien no venga” y este nuevo año es la oportunidad para iniciar un verdadero camino de fe y confianza. Sí, podemos hacerlo, mirando de frente a Jesucristo que nos trae la luz de la esperanza; solo necesita que elevemos la mirada al Cielo con humildad y seguir esa Estrella que es el camino de la salvación.

FELIZ AÑO NUEVO 2021

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