Ciudad de México.– La calidad de vida en el siglo XXI, nos ostenta un ambiente cultural que presenta muchos valores en alza como la libertad, el pluralismo, la tolerancia, el respeto a la diversidad y al medio ambiente, la solidaridad, el acceso generalizado a la educación, los avances de la tecnología y tantos otros.

No obstante, con frecuencia, estos valores aparecen distorsionados por un materialismo práctico, en el que los valores del ser son sustituidos por los del tener: el único fin que cuenta es la consecución del propio bienestar material.

La llamada «calidad de vida» se interpreta principal o exclusivamente como eficiencia económica, consumismo, belleza y goce de la vida física, olvidando las dimensiones más profundas de la existencia.

El comprar y poseer cuanto apetece se presenta como una manifestación de libertad y poder, sin caer en la cuenta de que el hombre dominado por el impulso inmoderado de adquirir cosas se esclaviza; y cuando pone el corazón en ellas comprueba cómo se le escapa la felicidad que esperaba en su disfrute.

En los últimos años, se ha generalizado una conciencia clara de esta situación y son cada vez más numerosas las propuestas –realizadas desde los más variados estamentos sociales– que pretenden armonizar los logros económicos, tecnológicos y sociales con la dignidad de la persona humana; asistimos al nacimiento del hombre y la mujer del siglo XXI. Frente Nacional por la Familia. Minuto de formación F# 2

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Contenido Protegido