Cancún, Quintana Roo.– Cuando Jesús entra en Jericó, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de conocer a Jesús, indicó en su mensaje dominical, Monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, Obispo de Cancún-Chetumal. 

Pero como era de baja estatura y la gente se lo impedía, corrió y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por ahí, especificó. 

Destacó que también unos griegos cuando estaba en Jerusalén le dijeron a Andrés que querían ver a Jesús, El mismo Herodes quería ver a Jesús al oír los milagros que hacía. También hoy día, muchos quieren ver a Jesús por curiosidad. Algunos hombres de hoy cuando entran a las iglesias y ven la belleza de la arquitectura y de las esculturas, quieren por curiosidad, saber algo más del misterio que se encierra en esas hermosas iglesias. Dios siempre nos manda signos y prodigios que despiertan en nosotros el deseo de conocerlo másprofundamente. Zaqueo quería ver a Jesús en su porte externo, pero también tal vez quería saber que tipo de persona era Jesús, por la fama y los milagros que hacía. El deseo de conocer a Jesús nos puede llevar a un encuentro más profundo y personal en el que descubrimos su alma y su corazón. 

Zaqueo, bájate pronto porque hoy tengo que hospedarme en tu casa. Y el bajó en seguida y lo recibió muy contento en su casa. El deseo de Zaqueo se encontró con el deseo de Jesús, de tener un encuentro más íntimo y más prolongado. El encuentro con Cristo llena de alegría y nos lleva a conocer el alma y el corazón de Cristo e incluso a conocer mejor nuestra alma y nuestro propio corazón. No comenzamos a ser verdaderos cristianos, sino al momento de ese encuentro con una persona y con un acontecimiento que nos descubre la insondable riqueza del amor de Dios y nos abre un horizonte nuevo de sentido y trascendencia para nuestra existencia. El cristianismo no es una lista de leyes que hay que observar ni de creencias que hay que creer, sino un encuentro personal con una persona viva que nos ama, explicó. 

Conversión de corazón. Como consecuencia de éste encuentro con Cristo, vino la conversión de Zaqueo. “Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes y si he defraudado a alguien le restituiré cuatro veces más”. Y Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a ésta casa”. Zaqueo buscaba conocer a Jesús y lo pudo conocer tan profundamente que cambió totalmente su vida. Zaqueo buscaba ver a Jesús, pero también Jesús buscaba a Zaqueo. Jesús levantó los ojos, le habló por su nombre y se hizo invitar a su casa. Y estando ya en su casa nunca le reprochó sus pecados ni sus malas acciones como lo estaban haciendo todos los demás. Jesús se interesa por él y no lo condena, se deja encontrar por él cara a cara y corazón a corazón. Zaqueo descubrió el corazón de Cristo y su propio corazón; y cambió su vida en sus obras y en su corazón. La bondad y santidad de Jesús, invocó la bondad y la santidad de Zaqueo y sólo tuvo que decir: “Hoy ha llegado la salvación a ésta casa”. Sólo el encuentro con el amor transforma nuestro corazón endurecido por la avaricia y el egoísmo. Sólo el corazón, convierte al corazón, subrayó Monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas.  

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