Norma del Socorro Álvarez Ledesma
Ciudad de México.- La familia se encuentra inmersa en un contexto de mayor individualización y autonomía, pero debe aprovechar las tecnologías para estar más intercomunicados y mantener su finalidad educativa, de solidaridad y apoyo entre sus miembros.
Un aspecto importante de la modernidad son las nuevas tecnologías que, sin lugar a duda, influyen en la dinámica de la familia y tienen repercusiones en todas las esferas de su vida cotidiana.
Vivir en una era donde las comunicaciones son facilitadoras de la vida: el celular, como Internet, redes sociales, y la variedad de adelantos tecnológicos ha provocado un cúmulo de posibilidades con los que no tenían los antepasados. A pesar de la crisis económica actual las familias cada vez están mejor equipadas; sin embargo, irónicamente en este tiempo es que, a pesar de tener todos los sistemas y aparatos posibles para conectarse, ahora muchos se sienten más alejados de los seres que más aman; la sociabilidad, solidaridad y la comunicación familiar están en riesgo por el abuso de los aparatos tecnológicos y muchas veces están siendo causas de nuevos conflictos.
No es raro ver a los miembros de una familia sentados juntos, pero en vez de conversar y conectarse con los otros, están sumidos en su propio mundo individual; están perdiendo muchos momentos preciosos para su integración y su vida en familia. Pareciera que la familia está siendo sustituida paulatinamente por los amigos virtuales, por lo que como se dice «que estamos cerca de los lejanos y lejos de los cercanos».
Las redes sociales están dando lugar a nuevas formas de convivencia: los jóvenes tienen múltiples amigos virtuales, desconocidos para sus padres, y con el riesgo de que influyan seria y negativamente en ellos. La información del Internet, videos del YouTube, Facebook, etc., están impactando en el proceso educativo familiar.
Los nuevos padres se tienen que enfrentar a los nuevos riesgos que entrañan estas nuevas formas de socialización (el bullying, el envío de mensajes sexuales, eróticos o pornográficos por los móviles, el acoso sexual, el robo de identidad, la invasión de la intimidad, etc.), sobre todo por su atentado a la privacidad familiar y por ser claves en la construcción de identidad de sus hijos. Esto es todo un reto para las familias.