Cristo es Hombre y Dios al mismo tiempo, por eso nace de una mujer, que lo concibe por obra del Espíritu Santo.
Lo humano, la Virgen María y lo divino el Espíritu Santo se unen misteriosamente para que el salvador se encarne y nazca en este mundo.
El silencio de María hacia José revela su inmensa confianza en Dios, al dejar a Él, la revelación del profundo misterio en el cual está envuelta.
Al lado de una gran mujer, la Virgen está un gran hombre: José, que sufre al principio la tragedia de quien se ve aplastado de repente por enormes problemas familiares y termina, iluminado por Dios en el sueño, aceptando la gran responsabilidad de fungir como padre del Salvador del mundo. Confiado en el Altísimo, José entra en el misterio del nacimiento de Cristo y con valentía acepta las dolorosas consecuencias.
Es importante subrayar la relación que hay entre Jesús y lo dicho por los profetas y dar cumplimiento a lo que dice el Antiguo Testamento. (San Mateo 1, 18—22)