El Secretario de Estado celebra una Misa por la salud del Pontífice en la Capilla Paulina en presencia de los Embajadores acreditados ante la Santa Sede. La idea de la celebración, en la que se recordó el duodécimo aniversario del pontificado de Francisco, surgió de la petición de los diplomáticos: «Oremos por él también personalmente». El cardenal llama a la caridad hacia los demás y a «desarmar el lenguaje», no utilizando palabras ofensivas porque «ahí empieza la guerra».
Salvatore Cernuzio – Ciudad del Vaticano
Es una oración “intensa” y “viva” que el cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, elevó al cielo por la salud del Papa Francisco. “Nos reunimos en oración esta mañana por la intención de la salud del Santo Padre, para que se recupere y regrese pronto entre nosotros”, dijo el cardenal durante la Misa que presidió esta mañana, 14 de marzo, en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico en presencia del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede. Una liturgia organizada a petición de los mismos Embajadores y celebrada con la intención de la curación del Papa, hospitalizado desde hace aproximadamente un mes en el Policlínico Agostino Gemelli. Durante la Misa – concelebrada con los superiores de la Secretaría de Estado – no faltó el recuerdo del aniversario, ayer, de los 12 años de pontificado de Jorge Mario Bergoglio: «Así nuestra oración se hace aún más intensa y más viva».
El amor al prójimo, la prueba del amor a Dios
Y la homilía del Secretario de Estado, intercalada con algunos pasajes improvisados, se desarrolló enteramente sobre el significado y la importancia de la oración, pero también sobre el tema de la palabra y de las relaciones como instrumentos de paz. En la oración “no se trata de formular una petición, porque Dios sabe lo que necesitamos”, sino “ante todo, de escuchar al Señor”, explicó Parolin. Ante todo, debemos ofrecer a Dios un corazón “abierto y atento a sus palabras”, después debemos buscar la voluntad de Dios “en nuestras relaciones con los demás, en nuestras relaciones con los que nos rodean”. Relaciones que deben fundarse siempre en la “caridad”, porque “el amor al prójimo es la prueba del amor a Dios”.
Las guerras “surgen del corazón del hombre”
En este sentido, Parolin recordó el Evangelio en el que Jesús pone el movimiento de ira o los insultos verbales «al mismo nivel que el asesinato». «Parece un poco paradójico», subrayó el cardenal, «parece un poco exagerado, un poco extremo, pero es exactamente así…». Cuántas veces ha afirmado el Papa que las mismas guerras nacen “de dentro”, del corazón del hombre, de la falta de palabras, entendidas como diálogo, y de la abundancia de malas palabras. El cardenal se hace eco de este pensamiento: «Las guerras que estallan en el mundo, las guerras que ensangrientan nuestro planeta y que nosotros con nuestra diplomacia tratamos de evitar, en primer lugar, y luego eventualmente también resolver, para concluir, no tienen su origen en los campos de batalla (si es que ahora hay campos de batalla porque todo se ha convertido en un campo de batalla, incluso las ciudades, incluso donde viven los civiles): tienen su origen aquí, tienen su origen en el corazón del hombre, tienen su origen en los sentimientos de odio, de hostilidad, que llevamos hacia los demás. “Y a partir de aquí, entonces, se traducen en actitudes de odio y hostilidad”.
Desarmar el lenguaje
“La mano se arma con el corazón y la mano se arma también con la boca”, afirmó Parolin, reiterando la invitación a “desarmar el lenguaje” para alcanzar la paz: “No usen un lenguaje agresivo, no usen un lenguaje ofensivo hacia los demás, porque ahí es donde – nos recuerda el Señor – comienza la guerra. Cuando escuchamos y pronunciamos palabras de desprecio, aversión y odio hacia los demás”.
Pasar del conflicto a la benevolencia
La caridad, por tanto, tiene “prioridad sobre todas las demás obligaciones, incluidas las de culto”, subrayó además el Secretario de Estado. “La reconciliación con un hermano, con una hermana que tiene algo contra nosotros, es decir, alguien a quien hemos ofendido, alguien a quien hemos juzgado mal, alguien a quien hemos maltratado”: si no se realiza antes este gesto, se convierte en “un acto lamentablemente hipócrita” acercarse a la Eucaristía, “un don del Señor”.
No basta con decir simplemente “lo siento”, sino que hay que cambiar de actitud, hacer algo “radical” como “dejar de lado cualquier estrategia de confrontación para intentar abrazar los buenos sentimientos”, remarcó el Secretario de Estado: “Se trata de pasar de la lógica de la confrontación a la de la benevolencia, empezando precisamente por aquellos que están contra nosotros, a quienes quizás consideramos nuestros enemigos”. La oración, en este sentido, nos ayuda a “reconocer humildemente que no podemos hacerlo solos”, que “necesitamos la ayuda de los demás” y “una mano amiga desde arriba”. Al mismo tiempo, la oración deja claro “que cada vez que el Señor nos pide algo, no nos pide algo imposible, sino que Él mismo es el primero en dárnoslo, pone a nuestra disposición los medios para realizar su Palabra”. Dios dona amor y benevolencia hacia el otro, por lo que se trata de «abrir el corazón para acoger un don, incluso antes de ejecutar un mandato».
Sigamos rezando por el Papa «también personalmente»
En esta perspectiva, concluyó el cardenal Parolin, «la oración por la salud del Santo Padre adquiere un nuevo impulso para elevarse con confianza» hacia Dios que dona «todo bien». Al final de la celebración, Parolin agradeció “esta bella y oportuna iniciativa”: “Hemos rezado por el Papa: sigamos haciéndolo también personalmente”.