Ciudad de México.- La naturaleza humana tiene dos polos estructurales que son:
• El egoísmo: el egoísmo no solo consiste en quererse a sí mismo, sino en dejar fuera del amor a los demás. El egoísta está demasiado centrado en sí mismo como para fijarse en otra persona; es esclavo de su egoísmo.
• La generosidad: amor, elección libre. La generosidad lleva consigo la libertad, el desprendimiento y la capacidad de amar.
El hombre puede ir en una dirección o en otra, según use de su libertad.
La generosidad supone utilizar la voluntad para acercarse al bien… y para prepararse para amar.
La generosidad debe ser fruto de una decisión libre; se trata de una entrega desinteresada de algo que uno tiene: dar o prestar algo que necesite el otro, dar tiempo, dar atención, escuchar, enseñar, perdonar…
El sentido de la generosidad es el amor, es querer lo mejor para la otra persona, para el presente y para el futuro.
El dar interesado no conduce a la generosidad; procede del egoísmo.
Se pueden establecer metas educativas para que los hijos crezcan en generosidad:
• Que los hijos superen su egoísmo desde pequeños. La sobreprotección, el excederse en la atención a los hijos, no es buena. Hay que permitir que los hijos se esfuercen en favor de la familia, que aprendan a dar.
• Que vean las necesidades de sus hermanos.
• Que den parte de su tiempo a los demás, y hagan la vida más agradable a los otros brindando cariño.
• Que se acostumbren a dar desinteresadamente, buscando el beneficio de los demás.
• Pero no se trata sólo de dar, también deben aprender a recibir, a dejar que los demás sean generosos con ellos.
• Que sepan reconocer sus propios errores y aprendan a perdonar. Que no guarden resentimientos, rencores y deseos de venganza. Frente Nacional por la Familia. Minuto de formación F# 42