Ciudad de México.- Educación para la libertad, todos poseemos libertad, estamos ante un hecho de experiencia. Debemos tener conciencia de ello, y asumir las posibilidades y los límites de esa propiedad.

Todos percibimos que nuestra libertad es finita, limitada, restringida; pero libertad, al fin y al cabo. Tenemos libertad, dominio relativo sobre buena parte de nuestros propios actos —podemos, en definitiva y última instancia, realizarlos o no realizarlos— y, a través de ellos, sobre nuestro ser. El número y la calidad de esas acciones pueden constantemente incrementarse, mediante el desarrollo de hábitos operativos buenos (virtudes).

Solo cuando perdemos de vista sus límites, cuando pretendemos una libertad infinita, absoluta, sobrehumana, nos conduce a sentir que no somos libres.

La libertad, en el hombre, es una ganancia, un beneficio; es el privilegio por excelencia de la persona. Y que lo es porque gracias a ella el hombre puede autoconstruirse, completarse y terminarse, obteniendo por sí mismo un fin sublime. Con sus decisiones y actos la persona se modela a sí misma.

Así, Cervantes en El Quijote, dejó escrito: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”.

Aun así, la libertad no es un valor en sí misma; es un medio para conseguir un fin. El fin es la felicidad. La felicidad se obtiene cuando se ha sabido escoger el mejor bien, el “bien mayor”, aunque esta elección haya significado esfuerzo y sacrificio. Frente Nacional por la Familia. Minuto de formación F# 29

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Contenido Protegido