– Ama a tus hijos, pero no los mimes.

– Sé empatica con ellos, pero no críes niños patéticos.

– Nútrelos con tu amor, pero no los devores con tus inseguridades.

– Cría hombres de tus hijos, no princesas de tus hombres.

Mira a tus hijos no como hombres blandos que deben ser protegidos del mundo, sino como futuros esposos y padres, que liderarán en el mundo. Corta el cordón umbilical emocional a medida que crecen y se convierten en hombres jóvenes, enséñales a alimentarse por sí mismos, a valerse por sí mismos, a tomar buenas decisiones por sí mismos. Sí, es cierto: dejarán el nido y encontrarán una nueva morada en el abrazo de otra mujer. Pero te digo la verdad: tendrás mucho más honor y alegría viéndolos gobernar sabiamente sus vidas que desperdiciando su edad adulta en una eterna adolescencia.

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