Marcos 9, 2-13 “Maestro, ¡Qué bien estamos aquí!”

Qué bien se está aquí, dice la canción, en tu presencia; refiriéndose a la presencia del Señor. ¿Cuándo estamos en la presencia del Señor? Por lo general cuando asistimos a misa, en un bautizo, en una boda, en un velorio, pero ¿solo en momentos importantes de la vida como estos?, o también en lo cotidiano como es el dolor y la paz.

Es interesante porque creemos que la presencia de Dios está en los templos y estamos un poco equivocados. ¡La presencia de Dios está en cada ser viviente! Sí ahí donde estás tú: está Dios. Recordemos que no podemos dejar a Dios en el olvido, que no podemos hacernos perezosos al rezar, que tener un diálogo continuo con Él debería ser una costumbre, porque tiene sus ventajas, la mejor de todas es que jamás nos sentimos solos.

Hagamos de Dios nuestro hogar, que en los momentos en que más tenemos miedo, cuando más tememos de nuestros pensamientos, de lo que somos capaces de hacer o dejar de hacer; en esos momentos difíciles de la vida al acobijarnos en el corazón de Jesús podemos aceptar lo que tenemos delante de nosotros. El dolor es muy duro afrontarlo en soledad, la depresión, las tentaciones, la angustia. Si caminamos más cerca de las enseñanzas que nos da la Palabra de Dios, las dificultades son más fáciles de llevar, aún si son las peores noticias que podamos recibir.

Dios está en nuestro corazón y quiere consolarnos con su amor; solo debemos permitirle entrar en ese dolor, en ese duelo del alma y con sus palabras Él sabrá como sanarnos y llevarnos de la mano a un encuentro de paz con Él y principalmente con nosotros mismos, y entonces poder decirle: ¡Qué bien se está aquí en tu presencia Señor!

Propósito de hoy: Abrir nuestro corazón para que se llene del amor del Padre.
Fuente Magdala en español

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