Cancún, Quintana Roo — Quieren reinventar tu feminidad aquellos que nunca han sido ni serán mujeres; quieren reducir el ser mujer a tener senos grandes y caderas anchas, cómo si tratase de partes íntimas para el morbo público.
Lo que se les olvidan decirte es que todo lo que te distingue externamente, tiene una causa más existencial: esos pechos agrandados es porque tienes glándulas mamarias que tienen la capacidad para producir alimento; y esas caderas grandes es porque tienes un hueso pélvico más ancho y más grande que el de un hombre.
¿Por qué eso de ti? Sencillo: porque más que partes externas para la satisfacción sexual ajena, es lo que distingue del hombre: tu capacidad para crear y sustentar la vida humana con tu propio cuerpo. ¡Ningún hombre podría hacer eso!
Los hombres podrán transformar sus cuerpos hasta el punto de parecer que son auténticas mujeres; pero nunca, ni ahora, ni en 1,000 años, podrán tener la capacidad que solo el Creador le ha dado a la mujer: de gestar y alimentar la vida. Y de este don divino materno, todos, hombres como mujeres, dependemos.
Mujer: no dejes que hombres perversos abaraten y pisoteen tu maternidad. Ese es el deber más sagrado.