Konaté Hernández
Cancún, Quintana Roo. – La dignidad de la persona humana está por encima de los bienes materiales, por lo que no se puede pedir el sacrificio de su libertad en nombre de nada, porque primero es la persona.
Eladjetivo eminente, cuya raíz etimológica se encuentra en la lengua latina (emĭnens), se utiliza para calificar aaquel o aquello que se destaca por alguna cualidad.
El principio “por el respeto a la eminente dignidad de la persona humana desde su concepción hasta su muerte natural”, tiene su raíz en la Doctrina Social de la Iglesia, y por lo tanto en Dios. En este sentido el Padre al crear al hombre y soplar sobre la nariz y darle su aliento es para que el hombre tuviera vida, y lo crea a su imagen y semejante a Él, es decir que le dio inteligencia para buscar la verdad y voluntad para escoger el bien. Referente al Hijo, Nuestro Señor Jesucristo al derramar su preciosa Sangre en la Cruz, lo rescata de la esclavitud, es decir que lo redimió del pecado, mientras que la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, el Espíritu Santo: santifica al hombre y lo hace templo, sagrario, donde moran las Tres Divinas Personas.
La inteligencia, voluntad y responsabilidad hacen libre a la persona
Una Eminente dignidad” por ser creados por el Padre lo creó, redimidos por el Hijo y Santificados por el Espíritu. La eminente dignidad de la persona humana, hace referencia a su condición de ser parte del género humano que lo distingue radicalmente de los demás seres de la naturaleza y lo ubican por encima de ellos, que radica en la naturaleza espiritual de la persona, espiritualidad que le da la facultad de ser superiores. La inteligencia humana es distinta y superior a cualquier otro tipo de inteligencia, porque se diseñó para buscar y encontrar la verdad, en tanto que la voluntad, está diseñada a escoger el bien, por lo que si las personas conocen la verdad es porque tienen inteligencia y si escogen el bien, es porque tienen voluntad.
La persona humana tiene, además, una esfera donde el amor es el centro; un espacio para la afectividad que se manifiesta en el amor a la familia, al prójimo, a la patria, a un Ser Superior. Es un ser social por naturaleza, su capacidad de relación con otros seres humanos, que se observa desde su nacimiento. Su capacidad de apertura le permite, relacionarse con la naturaleza y con ese Ser Superior. El hecho de aceptar que la persona humana tiene espíritu, inteligencia, voluntad, libertad, afectividad, apertura y socialidad, lo conduce a reconocer que tiene una serie de necesidades especificas, como satisfacer y enriquecer su cultura, educación, con el respeto a los derechos humanos y, por consiguiente, tiene que ver con la política, v. gr., una política educativa que quisiera imponer un solo criterio, o que dificultara que los maestros cumplirán con su misión, traería como consecuencia que las personas no pudieran satisfacer las necesidades de su inteligencia.
Es en este sentido que la persona humana es cuerpo material con necesidades, v. gr., alimentarse, vestir, cuidar de su bienestar, salud, de ahí que debe de encontrar en su comunidad las condiciones que le permitan satisfacer esas necesidades materiales: seguridad social, vivienda, trabajo, ambiente de limpieza, entre otras.
En las plataformas políticas, de ciertos partidos están las propuestas en favor del respeto a la eminente dignidad de la persona humana, para traducirlas a la hora de gobernar en actos que garantizan convivencia entre personas con su dignidad humana, de ahí que se debe encontrar en la sociedad el espacio para ejercer su libertad, afectividad, apertura y social, pero también las condiciones materiales de vida; por lo que el fin de la sociedad es el bien común: “el ambiente social en el que hay suficientes bienes y servicios materiales, espirituales y culturales que le ofrecen a cada persona la oportunidad de sobrevivir, crecer, mejorar y realizarse como persona humana y ayudar a que otros hagan lo mismo”.
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