Autor: Roberto Armando Lazo Ocampo.

Lic. En Psicología.

Hace algunas semanas, vi, por una red social, a una enardecida conductora de televisión despotricar contra un candidato para diputado ya que este había mostrado, como parte de su campaña, a un feto de 12 semanas con el objetivo de explicar las legislaciones tanto de la CDMX como de Oaxaca donde ya se permite abortar en ese periodo de gestación. Una cuestión que me pareció extremadamente superficial es que esta reportera hablaba sobre el trauma que ver estas imágenes, (la de este señor enseñando un feto – que era un muñequito de plástico) podría causar a las mujeres que estuvieran expuestas a tal  “sacrilegio en contra del sexo femenino” y que, en palabras de esta señora resulta “ofensivo y medieval”. Lo anterior no es sorpresa puesto que, a la usanza de estos tiempos, hablar de ciertos temas, como la protección a la vida de un ser humano por nacer, es anacrónico y en jerga de las redes sociales: facha. Un punto que nunca tomó en cuenta esta señora al realizar su diatriba en contra del aspirante a diputado, es que la mujer, joven o adulta, que ha sufrido un aborto, no se iría a sentir mal por lo expuesto en el video, si no que ella ya podría venir soportando un dolor psicológico por el simple hecho de abortar.

Para abordar este delicado tema, se debe entender las  complejidades que existen entre los factores psico-socio-biológicos que interactúan para dar movilidad a la trama de la vida de cada ser humano: el cometido de cada uno no puede separarse del de los otros. De esta manera, se entiende que cualquier evento, que puede ser desde aprobar un examen hasta el perder un diente de leche, será antecedido o precedido por algún componente físico, psicológico o social. Unos sucesos, por varias circunstancias, tendrán más peso para ciertas personas y el costo psicológico u orgánico será mayor para estás. Por ejemplo: no es lo mismo que lo corran a uno del trabajo si una persona sufre de ansiedad o si  tiene otro trabajo extra que la ayude a sobrellevar la pérdida de este: la misma circunstancia está matizada por diferentes elementos. Por eso, cuando se trata de situaciones de gran importancia social, como la legalización de la mariguana, se deben tomar en cuenta los posibles costos y beneficios que esto traerá para el individuo y para la sociedad. En el caso del aborto, desde un principio el costo es negativo para uno de los involucrados: la muerte del bebé. Para la otra parte en cuestión, la madre, las cosas no son tan agradables. Desgraciadamente, los grupos que abogan con fervor por el aborto a costa de lo que sea, no les importa la salud física o psicológica de la mujer que aborta y mucho menos lo que los estudios científicos han arrojado sobre este asunto.

Además de investigaciones sobre las consecuencias físicas del aborto, que es tema para otro día, se han realizado otras tantas para saber si hay relación de este con alteraciones o padecimientos psicológicos. Una investigación que causó una controversia entre las más famosas instituciones de salud mental (La Asociación Americana de Psicología y la Asociación Americana de Psiquiatría) es la que realizaron Mota, P, N., Burnett, M. , y Sareen, J, (2010)  sobre la asociación del aborto con desórdenes mentales e ideación suicida. En una muestra grande de mujeres mayores de 18 años se encontró que el aborto está correlacionado con trastornos del estado del ánimo, depresión y ansiedad, entre otros, abuso de sustancias adictivas e ideación suicida. Esto último, junto con intentos de suicidio, probaron estar correlacionadas positivamente con el aborto, aún más que los trastornos por ansiedad, aun ajustando (quitando) otros factores como violencia, que también podría estar asociada con las variables mencionadas: en un estudio coreano se encontró que la ideación suicida era un riesgo para mujeres que habían tenido 3 o más abortos, (Wie, J.H., Nam, K,S., Ko, S. H., et al. 2018). Otro estudio que encontró asociaciones entre el aborto y trastornos mentales fue el realizado por Jacob, L., Gerhard, C., Kostev,K. y Kaldher M., (2019); así mismo, añade que estas asociaciones son más significativas en mujeres que ya han tenido embarazos previos que en las que aún no han sido madres o como lo que no quita que en cualquiera de los dos casos, exista la correlación. Siguiendo en esta línea, los mismos investigadores, en un estudio del mismo año, 2019, volvieron a encontrar que el aborto seguía estando fuertemente relacionado con trastornos mentales, incluido el somatromorfo (preocupación excesiva por síntomas físicos) y trastornos de ansiedad.  Uno de los hallazgos de David, M. Fergurson, L. John Horwood y Joseph Boden (2008) en un estudio que se llevó a través de 30 años con un grupo de mujeres que habían abortado, fue que estas se encontraban en más riesgo de presentar trastornos de ansiedad o volverse adictas al alcohol o alguna droga; Igualmente, Sabati, S. (2021) encontró que la aparición de síntomas físicos, ansiedad y depresión se incrementan después que la mujer ha abortado. Cerda, J. y Aznar, J. (2014) realizaron una revisión exhaustiva de varios estudios sobre el aborto y su posible relación con desordenes psicológicos: en efecto, la mayoría de los estudios demostraron que sí existen.

Lo expresado hasta aquí nos debe dar un panorama claro de que existe una interconexión entre el aborto y la salud mental. Un aborto es un evento decisivo, y por lo visto traumático, para tomarse a la ligera y promocionarlo sin antes informar de las posibles consecuencias físicas y psicológicas que podrían presentarse. Es más, es antiético no hacerlo, pues se ponen en riesgo varias dimensiones de la vida de la mujer. En el caso de alteraciones emocionales, el aborto puede causarlas, desencadenarlas, agravarlas o complicarlas (Reardon, D. 2018); por lo mismo, es imperante que se realicen campañas de salud pública que expliquen todo lo que puede conllevar el aborto. El salir gritando en un programa de televisión o tratar de inculpar, falsamente, a alguien por realizar un “estudio sin validez”, como pasó a la ya mencionada Dra. Mota y asociados, no busca el bienestar de las personas, en este caso de las mujeres, son solo pobres intentos de soslayar y encubrir una verdad que sigue estando ahí y que ponen en peligro a dos seres humanos. La salud mental de la madre y el bienestar del niño por nacer están en grave riesgo si no se toman las medidas adecuadas y se pone al aborto como lo que es: una situación de riesgo para uno y una situación de muerte para el bebé.

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