1.Jesús, rostro humano de Dios y rostro divino del hombre, es el misterio insondable que
siempre nos sorprende y desconcierta. Aparece en Galilea como el hombre más normal
del mundo y sin embargo es el ser humano más extraordinario, excepcional y único que
ha pisado esta tierra. Ahí lo vemos sentado sobre el banquillo de la barca, sobre la piedra
del monte como cualquier otro ser humano, pero al mismo tiempo irradiando en sus ojos
una luz y una paz fuera de lo común. Sin birrete de doctor, sin cátedra ni púlpito es el
maestro que habla con autoridad no como los demás maestros. Le dicen el hijo del
carpintero, se dice el hijo del hombre, pero es el hijo de Dios. Su túnica es de tejido
casero, sus sandalias muy sencillas, le gusta andar entre la gente de su pueblo y parece
uno más del montón, pero lleva a Dios en los ojos y en la palabra y eso lo hace único y
diferente. Es el humano más divino y el divino más humano.

2. ¿Quién es Jesús para mí?, ¿Un personaje histórico del pasado?, ¿Un amigo cercano?, ¿Un Dios vivo muy amado?, ¿Qué es para mí el cristianismo?, ¿Una lista de mandamientos que hay que observar?, ¿Un elenco de dogmas que hay que creer?, ¿Un calendario de fiestas y domingos que hay que honrar asistiendo a misa sin fallar?, ¿una enseñanza que te educa en los valores?, ¿Para mí el cristianismo es un encuentro con una persona viva que me ama y quiere ser mi amigo?.

3. “Yo era una católica de toda la vida, pero mi vida cambió cuando me cayó el veinte que Jesús está vivo y no es un hecho histórico trascendental, sino que está a mi lado. Me cayó el veinte de que puedo tener un trato personal con él y que me quiere feliz, feliz y que me da las claves para ser feliz de verdad, no sólo pasajeramente o en la eternidad sino en la tierra también.” Este testimonio nos interpela y nos invita a cuestionarnos sobre nuestro cristianismo: ¿Qué es para mí ser cristiano?, ¿He tenido un encuentro profundo con Jesús?, ¿Está Jesús realmente vivo en mi corazón?,

¿Qué lugar ocupa Jesús en mi vida?, ¿El primero o el último?, ¿Está Jesús en el centro de mi vida? No es fácil contestar a la pregunta que Jesús nos hace hoy en el evangelio, pero no tengamos miedo de responder con sinceridad y de aceptar a Jesús tal como es. Y dejarle ser todo lo que Él quiere ser para cada uno de nosotros:  camino, verdad y vida. Pan vivo bajado del cielo y luz del mundo.

Monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas

Obispo de Cancún-Chetumal

                                                                           


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