Por Hermana Clare Crockett

Vivía mal, vivía en pecado mortal, bebía mucho, fumaba mucho…bebía tanto que no me controlaba…

Sentí un vacío tan grande que me di cuenta de que mi vida no tendría sentido si no se la entregara a

Jesucristo.

Fui engañada por la falsa luz de la riqueza y la alegría, y esa luz me hizo sentir más vacía.

No es como comienzas lo que te puede convertir en Santo, es como terminas. No es quien eras, es en quien decides convertirte”.

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