Por Capilla San Patricio

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Cancún, Quintana Roo.— En tiempos difíciles, de ofuscasión, muchos en su desconcierto, cuestionan lo bueno, la fe, las creencias, pero aprueban la maldad.

En estos tiempos, la gente viaja mucho, gasta sus recursos en superficialidades, en lujosos aviones, que pueden estar llenos o no, lo importante es, evitar la quiebra de sus aerolíneas.

Los restaurantes abiertos, aunque la economía se caiga a pedazos, las playas abiertas para evitar que el turismo, deje de llegar a los destinos de sol, arena y playa y se caiga.

Sin embargo, lo incuestionable es que, las Iglesias a acaso, ¿deben permanecer cerradas y vacías, sin importar que tú alma se pierda?

En este tiempo que vivimos, en esta nueva normalidad, encaminada a un nuevo orden mundial, evidentemente la Iglesia se considera no esencial para los tecnócratas que hoy gobiernan. ¿La razón?, porque no aporta «recursos al erario, es decir a las arcas». Si se comprendiera lo que espiritualmente provoca silenciar las Iglesia, serían las primeras en la lista que tendrían la obligación de permanecer abiertas a la comunidad y ayudar a la gente desorientada encaminarse al abismo.

Sin las Iglesias abiertas, la maldad se multiplica, y cada vez más la sociedad se aleja de Dios, y creen que es mejor un restaurante abierto, un bar abierto, una playa abierta pero un lugar de restauración y culto, un lugar sagrado debe permanecer cerrado. DEFINITIVAMENTE sé dónde está puesto el interés. 

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