16 de Agosto

Elogio: En Lombardía, san Roque, que, nacido en Montpellier, en el Languedoc, adquirió fama de santidad con su piadosa peregrinación por toda Italia curando a los afectados por la peste.

Patronazgos: patrono de varias ciudades europeas, de los prisioneros, enfermos, hospitales, enfermeros, médicos, cirujanos, farmacéuticos, agricultores, jardineros, carpinteros, sepultureros, marchantes de arte; protector contra la peste, el cólera, la rabia, los accidentes, y dolores de pie, piernas y rodillas.

Oración: Oh glorioso san Roque, que por tu ardiente amor a Jesús has abandonado riquezas y honores y has buscado la humillación, enséñame a ser humilde ante Dios y los hombres. Alcánzame la gracia de apreciar en su debido valor las riquezas y los honores de la vida para que no sean para mi lazos de eterna perdición. Líbrame de toda enfermedad corporal. Alcánzame el favor que te pido si es para honra tuya, gloria de Dios y salvación de mi alma. Amén.

En Italia y en Francia se veneraba ya a san Roque en el siglo XV, poco después de su muerte, sin embargo, no existe ningún relato auténtico de su vida. Está fuera de duda que nació en Montpellier y que se dedicó a asistir a los enfermos durante una epidemia en Italia, pero a esto se reduce prácticamente lo que sabemos acerca de él. Las «vidas» que existen constituyen un zurcido de leyendas populares, cuya base es tal vez histórica, pero no hay manera de comprobarlo. Según una biografía escrita en 1478 por el veneciano Francisco Diedo, Roque era hijo del gobernador de Montpellier; quedó huérfano a los veinte años e hizo una peregrinación a Roma. Durante la epidemia de peste que se desató por aquella época, se dedicó al cuidado de los enfermos en Acquapendente, Cesena, Roma, Rímini y Novara y consiguió curar a muchos tan sólo con hacer sobre ellos la señal de la cruz. En Piacenza contrajo la enfermedad y, como no quería ser una carga para ningún hospital, se arrastró hasta las afueras de la ciudad para morir solo. Pero un perro le alimentó milagrosamente, y el amo del animal acabó por descubrir a san Roque y se encargó de asistirle. Cuando recobró las fuerzas, el santo volvió a la ciudad, donde curó milagrosamente a muchas personas y numerosas cabezas de ganado. Finalmente retornó a Montpellier. Su tío no le reconoció, y el santo estuvo preso cinco años y murió en la cárcel. Cuando los guardias acudieron a examinar el cadáver, cayeron en la cuenta de que era el hijo del antiguo gobernador de la ciudad, pues tenía en el pecho una señal de nacimiento en forma de cruz. Toda la ciudad acudió a los funerales, y el santo siguió obrando numerosos milagros después de muerto. Otra biografía, más antigua, más corta y más sencilla, cuenta que san Roque fue arrestado porque se le confundió con un espía y que murió prisionero en Angera de Lombardía.

La popularidad y rápida extensión del culto a San Roque, que sigue vivo en nuestros días, fue verdaderamente extraordinaria. Se le invoca sobre todo contra la peste. El Martirologio Romano le menciona, y su fiesta se celebra en muchos sitios. No existen pruebas de que san Roque haya sido terciario franciscano, pero los franciscanos le veneran como tal.

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