Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
AVERÍA
Unas amigas, por mi Profesión Solemne, me regalaron una plancha maravillosa. Sin embargo, el otro día, por donde pasaba la plancha, ¡¡vi que se llenaba de gotas de agua!!
Apagué el aparato y lo dejé enfriar, mientras mi cabeza no dejaba de dar vueltas, calculando los años de la plancha, los metros de tela planchados y elaborando mil ecuaciones sobre las posibilidades de que se hubiese estropeado.
Ayer volví a encenderla, temblando solo de pensar que mi catastrófico diagnóstico se confirmase.
Encendí la plancha y…
-Piii… piiii… piiii…
¡¡¡La alarma anti-cal!!! ¡Lo único que le pasaba era que necesitaba una limpieza por dentro!
¡¡Y lo mismo nos pasa a nosotros!! El día a día va dejando “poso” en nuestros conductos interiores. Podemos seguir planchando, podemos seguir amando… pero llega un momento, querida plancha, en que, sin querer, vamos dejando gotas de agua, ¡o incluso empapando a nuestro paso!
Falta de paz, falta de alegría, cansancio… ¡¡esas son las alarmas anti-cal que el Señor nos ha puesto!! Y, si se activan, es necesario parar, hacer una limpieza a fondo.
El Señor dice: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados” (Mt 11, 28). Jesús da por sentado que nos atascamos, que nos llenamos de cal, pero, ¡quiere que acudamos a Él! Porque Cristo no solo no se va a asustar, Él es el único capaz de renovarte por dentro, ¡para que puedas empezar de cero!
Hoy el reto del amor es estar atento a las alarmas. A nadie se le ocurriría seguir usando la plancha cuando se pone a pitar, pero los pitidos de nuestro corazón son mucho más sutiles… Te invito a que no dejes que las prisas y la actividad te arrollen. Si ves que tu interior comienza a ensombrecerse, deja de “planchar” un momento, y regálate unos minutos con Cristo. Te aseguro que después podrás continuar, ¡como nueva! ¡Feliz día!
VIVE DE CRISTO