Igualdad y defensa del ser Mujer y Madre A todas las mamás, con amor en su día dedicamos este mensaje: Como Iglesia reconocemos el amor maternal como uno de los mejores y más perceptibles reflejos del amor divino y de sus más diáfanas expresiones.

Las madres saben amar a sus hijos con entrega oblativa, hasta olvidarse de sí mismas, para hacerse ofrenda viva e incondicional por los hijos de sus entrañas. Por eso se dice que Dios tiene rostro materno.

Y a cada mamá podríamos aplicar este versículo de los Proverbios: “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas” (31,10). La Iglesia valora el indispensable aporte de la mujer en la sociedad, con una sensibilidad, una intuición y unas capacidades peculiares que suelen ser más propias de las mujeres que de los varones. De manera especial la atención femenina hacia los otros, que se expresa de un modo particular, aunque no exclusivo, en la maternidad. EG103 Siguiendo las inspiraciones del Papa Francisco, resaltamos los valores que se viven y transmiten en el seno de las familias, desde aquellos primeros gestos de devoción que las madres enseñan a sus hijos: el amor, la fraternidad, la convivencia, la libertad y el compartir solidario, así como el respeto y el cuidado del otro. Cfr. FT 114.

Recientemente, el Santo Padre firmó una importante Declaración, que por su relevancia no podemos pasar por alto, se llama Dignitas Infinita, de la que consideraremos algunos puntos cruciales, entre ellos, las violencias contra las mujeres, como un escándalo global cada vez más reconocido. Aunque de palabra se reconoce la igual dignidad de la mujer, en algunos países las desigualdades entre mujeres y varones son muy graves e incluso en los países más desarrollados y democráticos la realidad social concreta atestigua que a menudo no se reconoce a la mujer la misma dignidad que al varón.

La organización de las sociedades en todo el mundo todavía está lejos de reflejar con claridad que las mujeres tienen exactamente la misma dignidad e idénticos derechos que los varones. Es un hecho que doblemente pobres son las mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia, porque frecuentemente se encuentran con menores posibilidades de defender sus derechos. DI 44. Sin embargo, también entre ellas encontramos constantemente los más admirables gestos de heroísmo cotidiano en la defensa y el cuidado de la fragilidad de sus familias. Pienso, continua el Papa Francisco, en la fe firme de esas madres al pie del lecho del hijo enfermo que se aferran a un rosario, o en las lágrimas derramadas, con dolor y esperanza junto a una vela que se enciende en un humilde hogar pidiendo ayuda a María. Cfr. EG 125, 212 Una madre reconoce lo que Dios ha sembrado en su hijo, escucha sus inquietudes y aprende de él. El espíritu de amor que reina en una familia guía tanto a la madre como al hijo en sus diálogos, donde se enseña y aprende, se corrige y se valora lo bueno. EG139. Ya San Juan Pablo II reconocía que «aún queda mucho por hacer para que el ser mujer y madre no comporte una discriminación.

Es urgente alcanzar la efectiva igualdad de los derechos de la persona y por tanto igualdad de salario respecto a igualdad de trabajo, tutela de la madre trabajadora, justas promociones en su carrera, igualdad de los esposos en el derecho de familia…». (Carta a las mujeres -junio 1995-, DI 45). En este horizonte de violencia contra las mujeres, no se condenará nunca de forma suficiente el fenómeno del feminicidio. Ante ello, el compromiso de toda la comunidad internacional debe ser sólido y concreto: «el amor a María nos tiene que ayudar a generar actitudes de reconocimiento y gratitud frente a la mujer, frente a nuestras madres y abuelas que son un bastión en la vida de nuestras ciudades. Y entre las formas de violencia ejercidas contra las mujeres, ¿cómo no mencionar la coacción al aborto, que afecta tanto a la madre como al hijo o a la hija, tan a menudo para satisfacer el egoísmo de los varones? Cfr. DI 46. Pidamos a María, Madre de Jesús, nos ayude a ser una Iglesia que sirve, que sale de casa, que sale de sus templos, que sale de sus sacristías, para acompañar la vida, sostener la esperanza y llegar a ser un signo de unidad, para tender puentes, romper muros y sembrar reconciliación. FT 276. Dimensión Episcopal de Familia de la CEM +Alfonso G. Miranda Guardiola, Obispo Auxiliar de Monterrey y Responsable de la DIFAM P. José Yair Ortega Martínez, Secretario Ejecutivo de la DIFAM EG: Evangelii Gaudium FT: Fratelli Tutti DI: Dignitas Infini

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