Antes que Yo te formara en el seno materno, te conocí y antes que nacieras, te consagré; Te puse por profeta a las naciones (Jeremías 1:5).

En nuestros tiempos, al aborto se le defiende con frecuencia cuando se trata de embarazos que surgieron de situaciones irregulares. Aunque la circunstancia es muy diferente, San José también se enfrentó con el más irregular de los embarazos, una situación que lo dejó bastante inquieto: ¡su esposa ha concebido un hijo por obra del Espíritu Santo! El niño no es suyo biológica o genéticamente. No es el fruto de la relación física con su esposa. De hecho, se le invita a creer que el niño no ha sido concebido por la relación física con ningún hombre, sino por la única y directa intervención de Dios. ¿Cómo puede un hombre aceptar un embarazo tan extraordinario? Solo con fe. ¿Cómo puede aceptar la paternidad de un niño al que no puede llamar suyo? Solo con apertura a la voluntad de Dios, con disposición de hacer lo que el ángel del Señor le ha comunicado. Sabemos por José que la paternidad es mucho más que la simple generación física. En realidad, José, que no procrea ningún hijo, es el mejor de los padres y un ejemplo para los padres. Él acepta la vida en el vientre al tomar con honor a María como su esposa. Él viaja con ella a Belén para registrar al niño en la lista de la humanidad. Él le da al niño un nombre en el linaje de David. Él defiende al niño del cruel ataque de Herodes. José fue el escogido para llevar a cabo el papel del padre del Hijo de Dios encarnado en el vientre de María y cumplió con su papel fielmente. Dentro de su patrocinio universal, es apropiado para nuestros tiempos que le demos un título nuevo, el de 

“Patrón de los niños no nacidos”.

Nadie podría ser un mejor defensor de los niños que no han nacido. Nadie podría ayudar mejor en el proceso de sanación y reconciliación de aquellos que lloran y agonizan por haber cometido el pecado del aborto. Nadie es una mejor imagen para las mujeres que han sido lastimadas por hombres que no han asumido la paternidad del hijo que procrearon. Invocando la intercesión de San José, Patrón de los niños no nacidos, oremos hoy por todas las madres que esperan un hijo. 

¡San José, protector y proveedor de la Sagrada Familia y de todas las familias! Por tu intercesión que Dios conceda a todas las madres que esperan a un hijo la gracia de atesorar la nueva vida dentro de sus vientres. Que las madres y los padres se den cuenta de que su bebé es un regalo de Dios y tengan el valor de escoger la vida para su hijo. Por el Misterio del Bautismo que los padres y los recién nacidos se conviertan en hijos de Dios y herederos de la vida eterna en Cristo. Danos fuerza José para proclamar la Vida. Amén.

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