Konaté Hernández
Cancún, Quintana Roo. — La mayor aportación doctrinal para la vida política nacional e internacional la dio el Papa Pío XII (1876–1958): “entre las actividades humanas más importantes, sin duda la más destacada y la más noble es la vida política (sic)”.
Es la política una ciencia social, que se ocupa de la actividad en virtud de la cual la sociedad se compone de seres humanos libres, para resolver los problemas planteados por la su convivencia colectiva.
La Doctrina Social de la Iglesia (DSI), «Considera a la persona humana como fundamento y fin de la comunidad política que significa trabajar, ante todo, por el reconocimiento y el respeto a su dignidad mediante la tutela y promoción de los derechos fundamentales e inalienables del hombre». Para el Papa Juan XXIII: «en la época actual se considera que el bien común consiste principalmente en defender los derechos y deberes de la persona humana». Los derechos y deberes de las personas e instituciones encuentran su expresión más transparente en el orden jurídico. Por eso, la DSI considera tradicionalmente el orden jurídico y político inseparables, aunque reconoce que el orden jurídico por sí mismo no es suficiente para producir una convivencia humana digna y pacífica, si no existe simultáneamente y como fundamento la amistad civil y, en último término, la caridad fraterna.
Política es una doctrina o práctica que se refiere al gobierno de los Estados–Nación, que promueve la participación ciudadana al poseer la capacidad necesaria, según sea distribuir y ejecutar el poder para garantizar el “bien común en la sociedad”, en un ambiente social en el que haya suficientes bienes y “servicios materiales, espirituales y culturales”, para ofrecer a cada persona la oportunidad de sobrevivir, crecer, mejorar y realizarse como persona humana y ayudar a otros a que hagan lo mismo. Esto se logrará aplicando los principios de la Doctrina Social de la Iglesia: Solidaridad y Subsidiariedad, este último como principio ordenador, “tanta población como sea posible y tanto gobierno como sea necesario”, es decir que no haga el gobierno federal lo que puede y debe de hacer la entidad y que está no haga, lo que puede y debe de hacer el municipio.
Ahora bien, el término de Política es un vocablo que tiene sus raíces en la obra clásica de Aristóteles, “Politiká”, al introducirse en griego (Πολιτικά, “asuntos de las ciudades”).
Conviene también leer y entender, el Evangelio de San Mateo 22, 15—22, que trata de la licitud y participación en política del laicado, a lo que Cristo subrayó, que no se trata de la división de poderes, sino en cumplir lo que es justo por parte del ciudadano. En la actualidad, muchos usan la expresión “dar Dios lo que es Dios y al César lo que es del César”, sin entender su significado. Lo que Cristo declaró categóricamente es el deber de justicia en el cumplimiento de las obligaciones civiles y religiosas del hombre. Explícitamente, Nuestro Señor Jesucristo no separo a la Iglesia del Estado, ya que ambas representan una al Poder Divino y la otra al poder terrenal, por lo tanto religión y política son actividades inherentes al hombre—ciudadano, con obligaciones y derechos ineludibles como participar en cuestiones espirituales, culturales y cívicas propias de la Polis.