Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
DIFERENTE
Al tender la ropa, iba cogiendo las pinzas del cubo; todas las que salían eran las típicas marrones de madera: una, otra, otra…
De repente, una pinza diferente, ¡de dos colores!, rompió la monotonía y esto me encantó. Seguro que su peculiaridad se debía a un apaño por reparar dos pinzas rotas, pero resultó ser la más divertida siendo diferente. Así, como era, dio un punto de alegría al tendido.
Cuánto luchamos por ser “pinzas marrones”; por ser como el resto, para que no se vea ese color en nosotros… vivimos nerviosos, tapamos lo que somos pendientes de amoldarnos a lo que pensamos se espera de nosotros.
“Ser tú mismo” no es un propósito o un acto de tu voluntad. Es mucho más profundo y parte del Amor. Cuando vivimos con la mirada baja, sumergidos en nuestra debilidad, nos cuesta dejar que el color salga en nosotros. Sin embargo, cuando levantas la mirada de tu debilidad y te dejas encontrar con la de Jesús, todo cambia. Es saberte amado por todo un Dios.
También con Cristo, intentamos ser para que nos ame, pero leyendo el Evangelio, comprobamos que no ama a nadie como “tendría que ser” sino que ama a cada uno como es y como está en cada momento. Se encuentra con todos en su debilidad, les regala Su Amor en su pobreza.
Esto es maravilloso y, cambian, pero porque se saben amados, es el amor el que tiene poder transformador. Cuando nos sabemos amados así, descansamos en el amor y lo irradiamos a los demás. Descansar en el Amor de Jesús supone vivir con paz y confiados aún en medio de nuestra debilidad que, en realidad, es denominador común.
La meta no consiste en conseguir ser todos pinzas marrones, sino en dejarnos mirar por Cristo, construirnos en Él y formar pinzas entre tantas mitades de colores reconstruidas en su amor.
Hoy el reto del amor es que te dejes amar en tu color. Si “metes la pata”, levanta la mirada a Cristo o sonríe. Descansa en Su Amor.
VIVE DE CRISTO