Konaté Hernández
Cancún, Quintana Roo.– En el marco de la Jornada Mundial del Enfermo, es importante acercarse al enfermo, hacerle compañía, atender sus necesidades, es el mensaje de Monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, L. C., en la Catedral de la Santa Cruz y Santísima Trinidad en Cancún.
Es acompañar al enfermo, abrazarlo, escucharlo, estar con él, sin mucho rollo que los maree, enferme más, si no estar cerca de esa persona que tanto lo necesita, reiteró.
¿Cuánto hace que no visitas a un enfermo?, ¿cuándo fue la última limosna que diste a un pordiosero en la calle, que quizá no te caía bien por estar medio andrajoso y no lo auxiliaste?, cuestionó. La Cuaresma es acercarse, reconciliarse, ayudar al hermano más pobre, lastimado, vulnerable. Jesucristo ayudaba, curaba a los enfermos que más necesitaban. La mejor manera de honrar y amar a Dios, es amar al prójimo lastimado, haciendo obras de Misericordia: “tuve hambre y me diste de comer, estaba triste y me consolaste”, “estaba enfermo y sólo y me visitaste”, ese es el mensaje, continuó.
Auxiliar a los hermanos en casa, podrían ser los papás, la esposa, hijos. Atender al más necesitado, es atender al más próximo, es no abandonar a tu familia, el abandono causa problemas. El hijo abandonado desde pequeño, puede terminar en un anexo, por andar en malos pasos. Atender al necesitado con mucha compasión y amor práctico en sus necesidades concretas, no por internet, si no, tocando al enfermo, ayudarlo, acercarse a él, con amor presencial no digital, dar un abrazo, apapacho, beso, visitar al ancianito, discapacitado, el que no tiene a nadie y que está sólo y enfermo.
A unos días de iniciar la Cuaresma con el Miércoles de Ceniza, recomendó a prepararse para este día. Desde los albores del Cristianismo, febrero era considerado tiempo para purificarse, sanar. Era una purificación tan extrema que había un “Club de Penitentes”, que se daban latigazos uno al otro, en círculo, en la espalda. Un rigor que terminó en las “Carnestolendas”, antes de entrar en penitencia, cuando echaban una cana al aire para luego purificarse de sus pecados.
Dios, busca la felicidad, alegría, que la gente se divierta, pero sanamente. Si bebe, hacerlo con moderación para evitar los excesos, el alcoholismo, drogadicción, adicciones, lo que sería una tragedia para la familia, que sufriría las consecuencias. Caer en adicciones es echar a perder la vida. Lo mejor es pensar en una diversión sana, feliz, no echar a perder la juventud, ¿por qué van a echar a perder la vida, teniendo posibilidades, oportunidades, de hacer algo grande de lo que sentirse orgullosos, sin caer en el fango, lodo y ahogarse?, pensar, reflexionar para no elegir el mal camino, no dejarse engañar, embaucar, subyugar, evitar ser esclavos, porque las modas, tentaciones, llevan a la esclavitud, a perder los mejores años de la vida y no vale la pena, lo mejor es lograr tener una vida sana, productiva, exitosa.
Orar, hacer Penitencia y Caridad, evita cometer actos de maldad; reservar un tiempo para el recogimiento, pensar, reflexionar, examinarse, con la Palabra de Dios, evita la tentación. Orar desacelera el estrés, calma, serena, levanta el ánimo. Leer un buen libro y rezar. Penitencia es controlarse a las tentaciones, no como le pasa a la corcholata, “unas veces pegado a la botella, otras tirado en el suelo”. No dejarse ganar por la tentación, poner límites, eso es penitencia, negarse a las pasiones desordenadas. Caridad, es hacer obras de misericordia, ayudar, servir a la gente, ser solidario, encontrar la alegría en dar más que en recibir.
En referencia a la iniciativa de la XVII Legislatura local de dar dos días de descanso a los trabajadores, recordó la anécdota de un “niño que quería ver a su papá y lo esperaba hasta muy noche y no llegaba y se dormía. Cuando llegaba el papá se acostaba y muy temprano, ya se había ido a trabajar, y nunca lo veía”. Es una urgencia buscar horarios que ayuden a la convivencia familiar. En otros países, cuando una mamá está embarazada le dan seis meses o un año y le pagan. Lo importante es dar la oportunidad a la familia de convivir más tiempo. La ausencia de los padres no se suple con nada y el niño sufre, crece quizá un poquito alocadillo, carente de los brazos de mamá, de papá y anda medio suelto, en malos pasos, por lo que se les debe dar mayor oportunidad de convivir con sus hijos, concluyó Monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, L. C.