Al final de la audiencia general, Francisco lanzó un nuevo y sentido llamamiento por Ucrania, Israel y Palestina heridas por los conflictos, sin olvidar también la emergencia rohinyá: «Recemos por la paz». En las últimas horas, conversación con Pizzaballa sobre la situación en la parroquia de Gaza.
Salvatore Cernuzio – Ciudad del Vaticano
Los ojos están fijos en el papel, aunque no haya ningún llamamiento escrito en él. En realidad, las palabras salen del corazón y del dolor de saber de nuevas muertes, miles de heridos, bombardeos, casas y ciudades destruidas, misiles y ataques de drones. «No olvidemos las guerras», dijo el Papa al final de la audiencia general, exhortando a los 5.500 fieles presentes en el Aula Pablo VI a no acostumbrarse a este horror que invade el mundo.
La guerra es siempre una derrota
No olvidemos a la martirizada Ucrania, a Palestina, Israel, a los rohinyás. Tantas y tantas guerras por todas partes. Recemos por la paz…
Francisco reitera el axioma que repite en cada ocasión pública: «La guerra es siempre una derrota». «Siempre», vuelve a reiterar hoy, pidiendo sobre todo oraciones. Es la primera acción, concreta, para todo cristiano.
¡Recemos por la paz! ¡Se necesita la paz!
Contacto con el Cardenal Pizzaballa
La oración del Obispo de Roma es incesante. Como lo es su atención a las zonas heridas por los conflictos, gracias a la información recibida de sus referentes o a través de contactos entablados personalmente. Llamadas telefónicas, cartas, encuentros. Hace unas horas, el Pontífice telefoneó al cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén: una de las numerosas conversaciones telefónicas entre Francisco y el cardenal italiano, centrada principalmente en la situación de la parroquia católica de la Sagrada Familia en Gaza.
Esa pequeña iglesia, donde actualmente escasean los alimentos, el agua y los medicamentos y donde la gente lucha contra la falta de calefacción y las duras temperaturas invernales, es el lugar donde se acoge a cientos de personas que lo han perdido todo. El Papa -como él mismo ha confesado- llama casi a diario por teléfono al párroco, el padre Gabriel Romanelli, y sobre todo al vice párroco, el padre Youssef Assad, para interesarse por la situación. Y a todos ellos les pide que sigan prestando apoyo a estas personas. Hoy mismo lo ha hecho con el Patriarca de Jerusalén, agradeciéndole la cercanía mostrada desde el comienzo de la guerra.