Nace el 21 de agosto de 1567 en Thorens-Glières, Francia, en el seno de una noble y antigua familia de Boisy, en Saboya. Se forma en los mejores colegios franceses, después secunda el deseo de su padre, que sueña para él la carrera jurídica, y va a estudiar derecho a la Universidad de Padua. Aquí madura cierto interés por la teología. Se gradúa con las máximas calificaciones y a su regreso a Francia, en 1592, se inscribe en el colegio de abogados. Pero su deseo mayor es hacerse sacerdote, de modo que al año siguiente, el 18 de diciembre, es ordenado sacerdote y tres días después, a los 26 años de edad, celebra su primera misa. Nombrado arcipreste del capítulo catedral de Ginebra, Francisco manifiesta dotes de celo y de caridad, de diplomacia y de equilibrio. Mientras arreciaba el calvinismo, se ofreció como voluntario para re-evangelizar la región de Chablais. En la predicación busca el diálogo, pero choca con puertas cerradas, nieve, frío, hambre, noches en las que dormir al sereno, emboscadas, insultos y amenazas. Entonces estudia la doctrina de Calvino para comprenderla en profundidad y para explicar mejor las diferencias con el credo católico de modo que, en lugar de recurrir sólo a la predicación y a la disputa teológica, idea el sistema de publicar, fijar en lugares públicos o dejar puerta a puerta hojas y carteles en los que exponía cada una de las verdades de la fe, de manera sencilla y eficaz. Las conversiones no son muchas, pero cesan las hostilidades y el prejuicio contra el catolicismo. Después Francisco se establece en Thonon, en la capital de Chablais, y aquí se dedica, entre otras cosas, a las visitas a los enfermos, a obras de caridad y a conversaciones personales con los fieles. Posteriormente pide ser trasladado a Ginebra, ciudad símbolo de la doctrina calvinista, con el deseo de recuperar a la mayor cantidad posible de creyentes para la Iglesia católica.
El episcopado en Ginebra y su amistad con Juana Francisca Frémyot de Chantal
En 1599 es nombrado obispo coadjutor de Ginebra. Tres años después la diócesis está totalmente en sus manos, con sede en Annecy. Francisco se gasta allí sin reservas: visita las parroquias, forma al clero, reordena los monasterios y conventos, no se ahorra en la predicación, en las catequesis e iniciativas en favor de los fieles. Elige el catecismo dialogado y su perseverancia y dulzura en la dirección espiritual guían numerosas conversiones. En marzo de 1604, durante la predicación cuaresmal en Dijón, conoce a Juana Francisca Frémyot de Chantal con quien instaura una bella amistad de la que surge también una correspondencia epistolar de dirección espiritual. A ella, en el año 1608, dedica Filotea o Introducción a la vida devota. Filotea es el nombre ideal de quien ama o quiere amar a Dios. Francisco concibe el texto para resumir de manera concisa y práctica los principios de la vida interior y para enseñar a amar a Dios con todo el corazón y con todas las fuerzas en la cotidianidad. La idea es la de formar a una vida plenamente cristiana, a quienes viven en el mundo y deben cumplir con obligaciones civiles y sociales. El escrito tiene un éxito enorme.
El nacimiento de la Congregación de la Visitación de Santa María.
La larga y amplia colaboración entre Francisco y Juana hace que surjan grandes frutos espirituales. Entre ellos la Congregación de la Visitación de Santa María fundada en 1610 en Annecy con la finalidad principal de visitar y socorrer a los pobres. Ocho años después la Congregación llega a ser una Orden contemplativa (hoy las monjas son llamadas visitandinas). El mismo Francisco dicta sus constituciones, inspirándose en la regla de San Agustín. Pero Juana Francisca Frémyot de Chantal dispone después que sus religiosas se ocupen también de la educación e instrucción de las jóvenes, especialmente de familias pudientes. En 1616 Francisco escribe Teotimo o Tratado del amor de Dios, obra de extraordinaria trascendencia teológica, filosófica y espiritual, pensada como una larga carta dirigida a su amigo “Teotimo” que presenta a cada hombre su vocación esencial: vivir es amar. Con el texto desea indicar los caminos mejores para que cada uno pueda realizar un encuentro personal con Dios. Francisco de Sales muere el 28 de diciembre de 1622 en Lyon, a los 52 años de edad, y el 24 de enero del año siguiente sus restos mortales son trasladados a Annecy.