Cancún, Quintana Roo.– Acabamos de celebrar la fiesta patronal de nuestro Seminario Mayor de Cancún, constituido bajo el patronato de Santa María de Guadalupe y de San Rafael Guízar y Valencia, indicó Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, L. C. Obispo de Cancún–Chetumal.
El seminario es el corazón de la iglesia particular porque de ahí salen los nuevos presbíteros, sangre nueva que revitaliza la vida pastoral de la Diócesis, explicó.
El seminario es la universidad donde se aprende a Cristo y todo lo que el más de cerca ama como su Madre Santísima, su Iglesia y su mensaje de salvación. El Seminario Mayor de Cancún todavía está en construcción. La capilla y los dos edificios terminados, se han construido con las oraciones y las aportaciones de todos los fieles católicos que han comprendido la importancia trascendental de esta institución en nuestra Diócesis. Ahí los seminaristas emprenden un camino comunitario de formación humana, espiritual, intelectual y pastoral que cimienta y consolida su identidad presbiteral, continuó.
Apoyar al Seminario es una misión que nos toca a todos y es además una causa muy noble. Como sociedad hemos crecido en solidaridad para donar y apoyar en todo tipo de causas sociales, incluidas las situaciones de emergencia provocadas por desastres naturales. Las empresas, conscientes de su responsabilidad social, se comprometen cada vez más en organizar mejor sus ayudas y aportaciones a las causas nobles. El seminario es una causa muy noble que necesita nuestra ayuda y apoyo con oraciones y aportaciones. Estos jóvenes seminaristas están ahí porque han escuchado el llamado de Dios y porque han querido ser generosos y valientes para dejar todo por seguir a Jesús. Dejan a su familia, matrimonio, lugar de nacimiento, futuro a veces muy promisorio y todo por seguir el llamado. En el seminario se encuentran comprometidos a seguir un ideal muy alto y sublime que es alcanzar la plenitud de Cristo. Reproducir y reflejar esa figura del hombre de Dios pobre, humilde, obediente, casto, entregado y generoso que realmente se parezca a Cristo. Éste ideal no es fácil, pero es sublime.
Vale la pena apoyar estos jóvenes seminaristas que tienen que vencer tantos obstáculos para llegar a la meta. Con nuestras oraciones y aportaciones estamos creando la cultura de apoyo al seminario, cultura del amor a los seminaristas y sacerdotes, la cultura del amor a la Iglesia Católica. Ellos nos necesitan para poder formarse bien y responder a los grandes retos del mundo contemporáneo en que les va a tocar predicar el Evangelio. Cualquier ayuda a la iglesia de Cristo son bendiciones para tu familia, pues Dios nunca se deja ganar en generosidad y siempre habrá más alegría en dar que en recibir, concluyó Monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, L. C. Obispo de Cancún-Chetumal.