Konaté Hernández

Cancún, Quintana Roo.– En la muerte se experimenta dolor, desconcierto, llanto por la ausencia, por el vacío que dejan los seres queridos que se nos han ido.

No hay paz ni consuelo, pero en medio de esa desolación, que nos envenena, surge en la “memoria” un rayo de luz: el Señor, precisó.

La mejor ofrenda que se puede ofrecer por los fieles difuntos, además de las flores, agua bendita, los alimentos que tanto les gustaban, son la oración, el rezo del Santo Rosario y lo más importante ofrecer la Santa Misa, para ayudarlos a encontrarse con el Padre.

Impresionante fue el número de personas que se dieron cita el 2 de noviembre, en cementerios como los Álamos, Olivos o Jardines de Paz, con hermosas ofrendas de flores blancas, moradas o la tradicional flor Cempaxochitl de color amarilla, también llevaban velas, agua para bendecir, alimentos para acompañar a sus seres queridos, en la festividad que la Iglesia Católica celebra como de los Fieles Difuntos.

En el panteón de los Olivos, algunas personas se pudo apreciar acercarse a la capilla y participar de la Celebración de la Palabra ofrecida por un ministro, otros buscaban las tumbas de sus seres queridos y otros solo deambulaban.

Mientras que en Jardines de Paz, la comunidad aguardaba, la visita pastoral de Monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas que llegó a las 9:30 am, para administrar el Sacramento de la Confesión y así disponer a la gente a participar de la Santa Misa por los fieles difuntos.

Si bien, con la muerte se experimenta dolor, desconcierto, llanto por la ausencia y el vacío que dejan los seres queridos que han partido a la Casa del Padre, pero que en medio de esa desolación, surge en la “memoria” un rayo de luz, el Señor, explicó el obispo de la Iglesia Particular.

La mejor flor, ofrenda, que se pueda ofrecer a los fieles difuntos es además de la oración, rezar el Santo Rosario, ofrecer las Misas que sean necesarias, para que nuestros seres queridos puedan encontrar la Luz y descansar en el Señor, recalcó.

Dios es esperanza, es misericordioso y compasivo, buscarle es esperar en silencio su salvación, porque es la imagen más clara, es memoria viva, al dejar en cada persona el sello indeleble de ser creados a su imagen como a su semejanza.

Es desear vivir y amar, llevar impresa en el corazón y en el ser su sello, es encontrar en Él la respuesta de la vida nueva, de la resurrección, como esperanza de la salvación recibida en el bautismo que hace posible caminar es vida nueva. Atreverse a orar desde lo más hondo, implorar, desde el alma y esperar la redención.

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