Konaté Hernández

Cancún, Quintana Roo.– Durante el 1º y 2 de noviembre, en la Iglesia Católica se conmemora a todos los
santos y a los fieles difuntos que duermen el sueño de la paz, y que de manera coloquial, la gente conoce
como día de muertos, fiesta que tiene su raíz en celebraciones prehispánicas y en el Medioevo.

Hay una gran diferencia entre la conmemoración de todos los santos el 1º noviembre y el ambiente de oración y sacrificio durante la celebración de fieles difuntos el 2 de noviembre.
En primer lugar la Solemnidad de todos los santos tiene lugar 1º de noviembre en la Iglesia de rito latino, que celebra a los difuntos que, al superar el purgatorio, se han santificado en su totalidad, luego de obtener la visión beatífica y salvífica.

El día de todos los santos, es una celebración en honor a todos los no canonizados, pero que sin lugar a
dudas viven en la presencia de Dios en la Iglesia Triunfante. A la solemnidad de este día, se le considera, día de precepto, es decir, es obligación asistir a misa, precedida de la vigilia, según el canon 1252, párrafo
Segundo, del Coddex J. C., por lo que se debe observar abstinencia y ayuno. El objetivo es honrar a todos los moradores del Cielo, en sus diversas categorías de justos desde el Antiguo al Nuevo Testamento, a los santos incluyendo a los canonizados, a la Santísima Trinidad, a María Santísima, Ángeles, etc.

Su origen en Roma se vincula al templo del Panteón, edificio, dedicado al culto de los dioses romanos, que en 608 el emperador Focas de Oriente dona al papa Bonifacio IV, convirtiéndola en iglesia bajo la advocación de Santa María la Rotonda un 13 de mayo de 610. Para el siglo IX el papa Gregorio IV trasladó gran número de mártires desde las catacumbas y la consagró a Santa María ad Martyres un 1 de noviembre de 835.

En segundo lugar el 2 de noviembre se conmemora a todos los fieles difuntos en la Iglesia en memoria de los fallecidos, su objetivo es orar por estos luego de concluir su vida terrenal, que aún están en estado de purificación en el Purgatorio, según la doctrina de que las almas de los fieles que al morir no han sido
limpiados sus pecados veniales o que no han hecho expiación por transgresiones pasadas, no pueden
alcanzar la Visión Beatífica, por lo que se les ayuda con oración, rezos, Misas para que alcancen la salvación. Conmemoración, en favor de quienes aún no pueden gozar la presencia de Dios, de ahí que están en purificación en el purgatorio, por los efectos ocasionados de sus pecados.

Los creyentes ofrecen oraciones, sufragios, sacrificios y la misa para que los difuntos de la Iglesia
Purgante terminen esta etapa y lleguen a la presencia de Dios. Esa es la diferencia entre la conmemoración del 1º noviembre y el ambiente de oración y sacrificio del 2, que instituyó el monje benedictino San Odilón de Cluny un 2 de noviembre de 998, que Roma adopta en el siglo XVI y difunde al mundo entero. En algunos países de Hispanoamérica como México, la conmemoración se vincula al día de muertos de origen prehispánico en el que las familias visitan los cementerios, colocan altares de muertos en memoria de sus
seres queridos, y que para la antropología su origen se remonta a mediados a la Edad Media.

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