Ciudad de México.- Puesto que los padres han dado la vida a los hijos, están gravemente obligados a su educación y, por tanto, ellos son los primeros y necesarios educadores.
Este deber de la educación familiar es de tanta trascendencia que, cuando falta, difícilmente puede suplirse.
Es, pues, obligación de los padres formar un ambiente familiar animado por el amor, por la solidaridad hacia los hombres, que favorezca la educación integral, personal y social de los hijos. La noble y difícil tarea que tenemos en las manos los padres con nuestros hijos es lograr que crezcan como personas, que sean mejores personas.
Este es el fin auténtico de todo proceso educativo. Hay que desarrollar simultáneamente el entendimiento y la voluntad ya que, al reforzar estas facultades correctamente, la persona se encuentra en mejores condiciones para obrar el bien y ser feliz.
Así, por naturaleza propia, la familia es la primera y principal escuela de las virtudes humanas que toda persona necesita. La familia tiene una gran importancia para la vida y el progreso del ser humano y de la sociedad. La primera condición para educar es querer a los hijos, y después dedicarles tiempo para hablar con ellos y, sobre todo, para escucharlos.
Muchos padres encuentran en este punto una verdadera dificultad, pero es preciso superar la aparente tensión entre la dedicación a un trabajo profesional absorbente y la atención a los hijos, que no tienen por qué ser incompatibles: en efecto, más que cantidad de tiempo, los hijos necesitan atención de los padres en un tiempo quizá corto, pero tiempo compartido, con diálogo real: hay padres que trabajan mucho para poder dar buenas cosas a sus hijos, cuando en realidad más que cosas, lo que los niños necesitan es el tiempo de sus padres. Estamos tan ocupados en darles a nuestros hijos lo que no tenemos, que no nos queda tiempo para darles lo que sí tenemos. Frente Nacional por la Familia. Minuto de formación F# 17