Ciudad de México.– La autoridad educativa en la familia es el poder que tiene una persona sobre otra que le está subordinada. Sólo habrá verdadera autoridad cuando se ejerce con disposición de prestar al otro una ayuda.
En la familia, la autoridad corresponde a los padres. Sus hijos deben beneficiarse por la autoridad ejercida correctamente. En este sentido la autoridad es una influencia positiva, que sostiene la libertad de cada hijo y la acrecienta.
Es un servicio que supone el poder de decidir y de sancionar; es una ayuda que dirige la participación de los hijos en la vida familiar. La autoridad no sólo sirve para la mejora del hijo y de la familia, sino que apunta decididamente a la mejora de la sociedad.
No basta a los padres de familia saber que tienen autoridad, necesitan saber que son capaces de ejercerla y deben hacerlo por amor a los hijos. La exigencia con cariño, serenidad y buen humor supone una serie de virtudes en los padres.
Sucede que hoy día muchos padres de familia tienen miedo de ejercer su autoridad, abdican y se abstienen de dar órdenes por miedo a equivocarse. Otros reaccionan violentamente y con autoritarismo, pero dada la rebeldía que genera este tipo de autoridad, suele terminar en crisis, es decir, en abandono. Otra modalidad del autoritarismo es el paternalismo o sobreprotección, caracterizado por querer sustituir al hijo en el pensamiento, en la decisión e incluso en la acción, en lugar de orientarle, comprenderle y exigirle, de acuerdo con sus posibilidades.
Entre las dificultades que encuentran los padres de familia para ejercer su autoridad, podemos encontrar: la falta de energía, constancia, resistencia a las frustraciones, serenidad, capacidad de decisión. Frente Nacional por la Familia. Minuto de formación F# 15