Encuentro con la Palabra para iluminar la vida, del santo Evangelio según san Mateo 28, 16-20 Los once discípulos fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había mandado. Al verlo se postraron, incluso los que habían dudado. Jesús se acercó y les dijo: «Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos a todos los pueblos: bautícenlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Sepan que vo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de los tiempos» * Para los textos bíblicos usamos traducción ofrecida por la Biblia de la Iglesia en América del CELAM. 1 “Nos dejamos ilumina Vayan, pues, y hagan discípulos a todos los pueblos: bautícenlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28,19).

Los “imperativos” a veces obligan y otras veces sugieren, pero siempre “desafían” porque incitan a salir de la zona de confort y a ponerse en movimiento, por ejemplo: ir, hacer, anunciar, bautizar… como discípulos misioneros de Jesucristo. Aunque es imprescindible “estar con Jesús” para escuchar, ver y seguir su estilo de vida, también es urgente “actuar como Jesús”, prosiguiendo su misión -con parábolas y signos- que contagie Alegría y Vida a todos, especialmente a los descartados y a las víctimas de la sociedad y de la Iglesia. Por eso, el imperativo eclesial de ser cristianos/as “en salida” no es optativo sino imprescindible, así como vivir “en sinodalidad” no es un slogan de un Papa sino la manera de ser discípulas/os misioneras/os del siglo XXI, como nos propone el evangelio y nos interpela la sociedad. Por eso, decimos que el adoctrinamiento no es suficiente, si no se sostiene en el discipulado vivencial y la misión profética, para la que nos envía el mismo Jesucristo y nos anima su Espíritu.

De hecho, hay personas bien adoctrinadas -teóricamente- pero con comportamientos pecaminosos, así como hay muchos seguidores de Jesucristo que necesitan conocer al Señor y formarse mucho más, para “dar razón de su fe” (cfr. 1 Pe 3,15), sin engrosar el grupo de los inconscientes, indiferentes, espectadores o simples “oyentes”. Porque el anuncio del kerigma no puede disociarse de la “dimensión social de la evangelización” (AELC 13) en la defensa de los derechos humanos, el cuidado de la casa 2 común, la justicia social y la dignidad de la persona humana. ¿Nos podemos sentir buenas/os cristianas/os sin “acoger, proteger, promover e integrar a las personas migrantes y refugiados”? (Ibid 14), ¿Sería profética nuestra vida sin “acompañar las búsquedas de los movimientos populares de los derechos sagrados de tierra, techo y trabajo” (Ibid 35) o sin “asumir el cuidado y acompañamiento de los encarcelados y de sus familias (Ibid 40)? Las/os bautizadas/os, además de recibir un certificado, hemos sido revestidas/os de Cristo y reconfiguradas/os por su Espíritu, que activa el amor del Padre y el camino del Hijo, en lo más crudo de la vida y con el más fuerte dinamismo del Evangelio amado, adorado, anunciado y comunicado a todos, no obstante todas las dificultades y resistencias. Este es el mejor servicio –¡su servicio!– que la Iglesia tiene que ofrecer a las personas y naciones (DA 14).

El llamado a la Gran Misión Continental, ha exigido una enorme creatividad para anunciar el Evangelio con palabras y acciones que revelan la “buena noticia” de un Dios que es siempre nuevo. La misión, que “no puede separarse de la solidaridad con los necesitados y de su promoción humana integral” (DA 550), ha provocado la conciencia de ser una Iglesia que que acompaña pues “cada sector del Pueblo de Dios pide ser acompañado y formado de acuerdo con la peculiar vocación y ministerio al que ha sido llamado” (DA 282). Aparecida confirmó la opción preferencial por los pobres y excluidos que se remonta a Medellín, reconociendo nuevos rostros de los pobres (DA 402), rostros que siguen presentes y a los que, lamentablemente se van agregando más en nuestro Continente. 3 Reflexión para tocar la vida a partir de los Desafíos Pastorales Uno de los desafíos que se presentan en cada época de la historia a los creyentes en Jesucristo es el de cómo ser testigos “de la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, y señal del Dios verdadero” (LG. 38). En otras palabras, cómo anunciar en un lenguaje inteligible la buena noticia de salvación. El problema no está en el contenido de la evangelización, sino en el modo de presentarlo en las circunstancias que, por otra parte, son diferentes y van desde las sociedades de abundancia y consumo hasta las de sociedades explotadas donde la injusticia mantiene en condiciones infrahumanas a vastos sectores de la población. El Documento de Aparecida manifiesta claramente el objetivo de la conferencia: orientar todo a la misión. El capítulo siete: La misión de los discípulos al servicio de la ‘vida plena’ y el capítulo ocho: “Reino de Dios y promoción de la dignidad humana” orientan a vivir una espiritualidad misionera que tiene como punto de partida la constatación de “las condiciones de vida de muchos abandonados, excluidos e ignorados en su miseria y su dolor, contradicen el proyecto del Padre e interpelan a los creyentes a un mayor compromiso a favor de la cultura de la vida. El Reino de vida que Cristo vino a traer es incompatible con esas situaciones inhumanas” (DAp 358).

El compromiso misionero debe llevar asumir con nueva fuerza la opción por los pobres y a trabajar por la promoción humana y la auténtica liberación, que debe ser integral, es decir, debe promover a todas las personas y a toda la persona. La propuesta de Aparecida acentúa elementos inherentes al accionar misionero, relacionados con el anuncio integral del Evangelio, como son: el atraer al encuentro de Cristo, y al discipulado, con la alegría y el gozo de la fe, irradiando el testimonio “de proximidad que entraña cercanía afectuosa, escucha, humildad, solidaridad, compasión, diálogo, reconciliación, compromiso con la justicia social y capacidad de compartir como Jesús lo hizo” (DAp 363).

El desafío que enfrentamos todos para incidir en la vida En el día de la Ascensión, celebramos la 57.ª JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES y el Papa Francisco en su mensaje nos invita a Hablar con el corazón, «en la verdad y en el amor» (Ef 4,15). El testigo de Jesús, el discípulo misionero escucha. Dice el Papa: “Después de haber reflexionado, en años anteriores, sobre los verbos “ir, ver” y “escuchar” como condiciones para una buena comunicación, en este Mensaje para la LVII Jornada Mundial de las Comunicaciones 4 Teniendo en la mente y el corazón el deseo ser testigos de la resurrección y ante los Desafíos Pastorales de la Iglesia en América Latina y El Caribe: • ¿Qué actitudes de Jesús identificamos y que nos ayudan a realizar ese “apostolado del oído” del que habla el Papa? • ¿Recuerdas alguna palabra del Papa Francisco que nos oriente en nuestro camino de ser testigos de la Resurrección de Jesús? • ¿Qué nuevos retos plantea el ser discípulo misionero a la pastoral de tu comunidad? •

¿A qué podrías irte comprometiendo personalmente para ser testigo de la Resurrección? Sociales quisiera centrarme en “hablar con el corazón”. Es el corazón el que nos ha movido a ir, ver y escuchar; y es el corazón el que nos mueve a una comunicación abierta y acogedora. Tras habernos ejercitado en la escucha —que requiere espera y paciencia, así como la renuncia a afirmar de modo prejuicioso nuestro punto de vista—, podemos entrar en la dinámica del diálogo y el intercambio, que es precisamente la de comunicar cordialmente”. Prosigue el Papa diciendo que en un periodo histórico marcado por polarizaciones y contraposiciones —de las que, lamentablemente, la comunidad eclesial no es inmune—, el compromiso por una comunicación “con el corazón y con los brazos abiertos” no concierne exclusivamente a los profesionales de la información, sino que es responsabilidad de cada uno. Demos un paso más en nuestro proceso de conversión, respecto de nuestro compromiso de ser testigos de Jesús en nuestro Continente: • Desde nuestra conversión personal: Seguir creciendo y madurando en su fe, para ser luz del mundo y testigos de Jesucristo con la propia vida. (Cfr. DI). • Desde nuestra conversión comunitaria: Hacer una reflexión madura de la fe para el camino de la vida y para ser testigos de Cristo desde el Catecismo de la Iglesia católica y su versión más breve, el Compendio del Catecismo de la Iglesia católica. (Cfr. DI). • Desde nuestra conversión pastoral: Ser testigos de la fe, empeñándonos en favor de los más pobres y su lucha por la dignidad de cada ser humano (Cfr. DAp 98). •

Desde nuestra conversión sinodal: Ser testigos y misioneros: en las grandes ciudades y campos, en las montañas y selvas de nuestra América, en todos los ambientes de la convi- vencia social, en los más diversos “areópagos” de la vida pública de las naciones, en las situaciones extremas de la existencia, asumiendo ad gentes nuestra solicitud por la misión universal de la Iglesia. (Cfr. DAp. 548) 5 Celebrar la vida SIGLAS AEALC: Asamblea Eclesial de América Latina y El Caribe, 2021 CV: Christus Vivit, Papa Francisco DAp: Documento de Aparecida, 2007. DC: Documento para el camino. Asamblea Eclesial de. América Latina y El Caribe, 2021 DDC: Documento para el Discernimiento Comunitario, Asamblea Eclesial de América Latina y El Caribe, 2021 DI: Discurso Inaugural, Aparecida. IL: Instrumentum Laboris, Sínodo Amazonía. EG: Evangelli Gaudium, Papa Francisco. EN: Evangelii Nuntiandi, Papa Paulo VI FT: Fratelli Tutti, Papa Francisco LS: Laudato Si, Papa Francisco QAm: Querida Amazonía, Papa Francisco SA DF: Sínodo Amazonía, Documento Final. SN: Síntesis Narrativa. La escucha en la 1ª Asamblea Eclesial de América Latina y El Caribe, 2021.

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