Ciudad de México.- La amenaza de la explosión demográfica y los programas controlistas de la natalidad.
Se puede decir que la moderna cultura de la muerte comenzó a finales del siglo XVIII con Thomas Robert Malthus, profesor de economía política. Argumentó que las poblaciones humanas sin supervisión crecerían hasta ya no ser sustentables por la cantidad de tierra disponible para la agricultura, en cuyo momento muchos morirían de hambre.
Malthus sostuvo que había que controlar el crecimiento de la población, especialmente de «las clases inferiores de la sociedad»; creía que, si se les negaba a los pobres la ayuda económica, tanto pública como privada, éstos «se darían cuenta de las ventajas» de limitar sus familias de acuerdo con sus ingresos.
En 1968 el Dr. Paul Ehrlich, autor de “La Bomba de la Población”, afirmó que la Tierra ya había sobrepasado su capacidad de producción y predijo una situación cercana al desastre caracterizada por una hambruna generalizada y la muerte por inanición.
Esta mentalidad fatalista e imperialista que está presente en los programas controlistas que el primer mundo le ha ido imponiendo a las naciones en desarrollo a través de condicionamientos y presiones económicas tiene su origen en el llamado Informe Kissinger (1974), donde se establece como objetivo político de los Estados Unidos que se deben cambiar los preceptos religiosos y culturales de los pueblos, que son los que hacen inviables las políticas de control de natalidad. Frente Nacional por la Familia
Minuto de formación V# 21