Ciudad de Mexico.— La ideología de género y el feminismo radical han señalado que el lenguaje es sexista y que “promueve la superioridad masculina, ya que codifica la perspectiva de ese género; afecta la conciencia, las percepciones de la realidad y la transmisión de los significados culturales y la socialización”.

Por ejemplo, el uso de términos masculinos genéricos para hacer referencia a un grupo de género mixto, como la palabra “hombre” para referirse a la especie humana.

El uso de marcadores de género innecesarios que dan por hecho que ciertas profesiones son propias de un género específico, como “ingeniero” o “médico”.

Por lo tanto, promueven el uso de un “lenguaje no sexista” o “lenguaje inclusivo” o “lenguaje neutral de género”.

Primero propusieron el uso de la arroba (l@s) como el desdoblamiento (las/los) que puede servir para hacer referencia a ambos sexos. Siguieron con el “todos y todas”, “diputados y diputadas”, “dentistos y dentistas”, “machistos y machistas”, “taxistos y taxistas”, etc. Pero pronto lo impugnaron por reduccionista, ya que “no contempla las expresiones de personas que se auto perciben con un género no binario”.

“Para hacer referencia a este amplio universo de expresiones de género que rebasa la bi-categorización reduccionista de varones y mujeres” propusieron utilizar la letra equis (x) o el asterisco (*) para reemplazar las letras que denotan género en las palabras. Ejemplo “lxs trabajadorxs”; “l*s trabajador*s”. La crítica a esta fórmula es que no se puede, o resulta muy forzada, la expresión oral.

Luego propusieron usar otra vocal en lugar de las que denotan género. Se ha difundido el uso de la vocal “e”. Ejemplo: “nosotres”. Esta fórmula sí admite su uso en la expresión oral, pero tiene muchas incoherencias (¿qué hacer con palabras como: estudiante, presidente, paciente, etc.).

También todas estas fórmulas no binarias son rechazadas por algunos movimientos por ser “contrarias a los objetivos feministas, ya que, al carecer de la forma femenina, invisibilizan a las mujeres”.

El “leguaje inclusivo” está lleno de extravagancias y contradicciones, y en realidad se trata de un fenómeno político de minorías que pretenden cambiar la lengua de manera artificiosa para usarla como arma ideológica.

Este tipo de variantes estropean nuestra lengua que es hermosa y precisa, así lo dice Santiago Muñoz Machado director de la Real Academia Española (RAE).

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