Konaté Hernández 

Cancún, Quintana Roo.– Acólitado (del griego ἀκόλουθος akolouthos, “quien sigue” o “quien acompaña”) es un ministerio laical de la Iglesia Católica, que permite a quién lo ostenta ayudar al diácono en el cuidado del servicio en el altar, ayuda al presbítero durante la celebración litúrgica, especialmente la Santa Misa. 

El término monaguillo proviene de monjes pequeños, conocidos como chierichetti en Italia o pequeños clérigos o ministrantes en Alemania.  

Con amor y responsabilidad, desde 2017, la hermana Patricia Alor Pérez, asumió el cargo de coordinadora del Ministerio de Monaguillos en la capilla San Judas Tadeo fraccionamiento Tierra Maya I Etapa, en Cancún, y explicó que  “acólito” es por lo general una persona mayor, un adulto comprometido que ayuda al sacerdote en el servicio del altar, mientras el “monaguillo” son menores, niños o adolescentes que en su aprendizaje dan un servicio en ayuda a la Iglesia desde la Credencia (mesita situada junto al altar, donde se colocan los vasos que contienen el pan, el vino y el agua para la celebración de la Eucaristía antes de transferirlos al altar), ayudan con el Misal Romano, pasan los ornamentos: vasos sagrados, pero sin tocar el contenido del Copón y permanecer a una distancia considerable del sacerdote. 

Para ser monaguillo se requiere que el menor quiera servir con amor a Dios, sin presiones de sus padres o de algún adulto, es el único requisito para ser aceptado. La edad promedio es de 10 a 12 años para que puedan  entender el significado del servicio en el altar. En la actualidad tiene a su cargo 11 monaguillos de 11 años, dos de 19 años, de 17 y 15 años, hasta que Dios quiera y los ilumine para continuar dando el servicio.  

La humildad e inocencia son una de las cualidades principales que caracteriza al Ministerio de Monaguillos, de ahí su preocupación al ver, que por su edad son vulnerables, muchas veces a verse envueltos por el ambiente y que por su por la falta de experiencia y formación se ven inmersos en diversiones inapropiadas a su edad, confundidos por el celular, por lo que reiteró la importancia de darles una formación constante, estar al pie de ellos para que conozcan el significado del servicio a la Iglesia, al Señor a través del sacerdote, y no sean arrebatados por el mundo, ni sus redes sociales y lo más importante es mantener una vigilancia permanente para que no bajen en sus calificaciones en el colegio y continúen en el servicio a la Iglesia. 

Le agrada este Ministerio en el que el Señor la colocó, el cual es un sitio para dar un servicio a la comunidad con responsabilidad y amor, donde además brinda su apoyo a la Sede Parroquial de Nuestra Señora de Guadalupe y San Juan Diego y sus 5 capillas, quizá una labor extenuante e inexplicable pero maravillosa de servir y acompañar a los niños en su formación y servicio de la mano de Dios, concluyó Patricia Alor Pérez. 

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