Por Silvia del Valle

Es increíble el nivel de violencia que estamos viviendo en nuestros días, ha
llegado a agresiones infames y hasta impensables, y todos nos preguntamos ¿qué
podemos hacer para detener todo esto? Después de mucho pensar, considero
que nosotros los padres de familia debemos poner manos a la obra para buscar
una solución desde la familia.

Cuando no queda más y sentimos que todo se sale de nuestras manos, es
necesario voltear los ojos a Dios y pedirle su ayuda y nosotros poner todo lo que
esté de nuestra parte para buscar la paz, para dejarle un mundo mejor a nuestros
hijos, es decir, un país más habitable por eso aquí te dejo mis, 5Tips para
lograrlo.

PRIMERO. Hagamos un examen de conciencia.  
Es necesario analizar y ver qué podemos hacer, cambiar, adecuar o mejorar para
reconstruir la paz, empezando por nosotros mismos y también por nuestra familia;
y después nuestro trabajo, con nuestros amigos y en cualquier medio en el que
interactuemos

Todos actuamos con violencia, en mayor o menor grado. Todos levantamos la
voz, decimos palabras violentas, reaccionamos violentamente ante alguna
agresión, etc. pero es necesario que estemos dispuestos a ubicar esas actitudes
para después buscar cambiarlas, es decir, trabajar en ellas para lograr un cambio
que nos lleve a ser más pacíficos.

También es necesario hacer conciencia que el pasado ya pasó y no lo podemos
cambiar y que debemos dejarlo a la misericordia de Dios, así no sentiremos
rencor; el futuro aún no llega y no sabemos cómo será por lo que debemos
dejárselo a la providencia de Dios para no vivir ansiosos y angustiados todo el
tiempo; y el presente hay que vivirlo desde la Caridad, es decir, desde el Amor de
Dios, sabiendo discernir lo que está a nuestro alcance y lo que ya no y saber pedir
ayuda cuando es necesario, sólo así lograremos la paz interior que tanto
necesitamos. 
Este ejercicio lo podemos hacer de manera personal y después con toda nuestra
familia, así lograremos una concientización y provocaremos un cambio real, pues
trabajaremos juntos en ser mejores y así lograr un ambiente familiar más sano.

SEGUNDO. Busquemos primero la paz interior. 
Nadie da lo que no tiene, por eso debemos ponernos en paz con nosotros mismos
y buscar dejar aquellas cosas que nos quitan la paz. 
A veces no es tan fácil pues estamos aferrados a ella, a pesar de que nos generan
estrés y malos momentos, porque es más fácil seguir en nuestra zona de confort
que atrevernos a dar el paso para estar mejor. 

Si es necesario busquemos la ayuda de los profesionales para lograr soltar los
lastres que nos provocan dolor y que nos hacer reaccionar violentamente. 
También debemos buscarlo para cada uno de los miembros de nuestra familia.
Sólo es muy necesario recordar que los procesos interiores en cada persona son
distintos y debemos tener mucha paciencia, con nosotros mismos y con los
demás.

TERCERO. Que nuestras palabras busquen la paz.
La boca habla de lo que está lleno el corazón. Es así que debemos buscar sanar
nuestro corazón para que nuestras palabras solo sean de paz y que busquen
compartir el Amor de Dios con los que nos rodean. 
Tengo muy claro que muchas veces nuestras reacciones son agresivas porque
nuestro corazón aún siente dolor por las heridas que ha recibido y por lo mismo
buscamos descargar estos sentimientos por medio de nuestras palabras, pero
debemos ser conscientes de que la violencia engendra más violencia y que en
nuestras manos está comenzar a cambiar las cosas cuando buscamos que
nuestras palabra busquen la paz.

CUARTO. Tratemos a nuestros hijos con amor y dignidad.
Debemos comenzar desde casa y educar a nuestros hijos con el ejemplo
tratándolos siempre con amor y respetando su dignidad, a pesar de que estemos
enojados, sin importar el motivo de nuestra molestia. 
Muchas veces no nos damos cuenta de que nos desquitamos de nuestros enojos
con nuestros hijos y les gritamos o los agredimos cuando nos dirigimos a ellos. 
Nunca es tarde para hacer un alto en el camino y poner manos a la obra para
cambiar las cosas. 
Podemos echar mano del perdón para solucionar este problema. Debemos ser
humildes y aprender a pedir perdón cuando estamos seguros de que nos hemos
equivocado y no los hemos tratado de la mejor manera. 
El perdón sana al que ha sido agredido, pero sana más al que lo pide porque lo
libera de un peso inmenso que lleva uno cargando al saber que ha actuado mal y
ha provocado daños. 
Si educamos a nuestros hijos a reconocer sus errores y a no tener miedo de pedir
perdón, estaremos poniendo mucho de nuestra parte para que la sociedad sea
mejor, porque muchos de los actos violentos se dan por rencores y resentimientos
que se guardan en el corazón y que no se les sabe dar un tratamiento adecuado
para sanarlos. 

Reconocer los errores no nos hace menos, nos hace más… humildes, pacíficos,
centrados y capaces de pedir perdón y perdonar.

QUINTO. Cuidemos lo que nuestros hijos ven y escuchan.
Y es que todos tendemos a imitar lo que vemos. Y si nuestro corazón se llena de
basura, actuaremos como si estuviéramos entre basura. 
Debemos cuidar el corazón y la conciencia de nuestros hijos ya que en la
actualidad tanto las caricaturas, series juveniles, la música, las películas y los
videojuegos están cargados de violencia y si nuestros hijos se mueven en ese
medio, es muy seguro que imitaran esos modelos que se generan. 
Es necesario que seamos valientes y nos atrevamos a no permitirles más que
estén en contacto con esas influencias violentas y que busquemos mejores
ambientes para ellos, ambientes más sanos como el deporte o alguna disciplina
como la música o algún instrumento. 
Estemos atentos para cuidar que nuestros hijos no tengan influencias externas
que les minen la conciencia y la vayan haciendo laxa, haciendo que lo violento, lo
agresivo, lo indigno, lo vean como normal y entonces vayan permitiendo poco a
poco que los traten violentamente y lo que es peor, que ellos vayan tratando
violentamente a los que los rodean, empezando por la familia. 
Una actitud violenta es sinónimo de que se está viviendo una agresión. Y no
necesariamente física, puede ser psicológica, económica, etc.
Es por esto que si nuestros hijos presentan actitudes agresivas de forma
intempestiva o si agreden a todos los que los rodean, es tiempo de poner manos a
la obra y buscar el motivo de esa violencia que están guardando para tratar de
darle solución y lograr que nuestros hijos vivan en paz.

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