Por Silvia del Valle
En esta solemnidad de Pentecostés, con la que damos por terminado el tiempo de la Pascua, debemos estar abiertos a la acción del Espíritu Santo en cada uno de nosotros y en nuestra familia, ya que ha sido el mismo Jesús quien nos lo ha enviado para que nos acompañe y nos guíe en esta vida.
También debemos educar a nuestros hijos en este estilo de vida, donde el Espíritu Santo tenga un lugar especial, por eso aquí te dejo mis 5Tips para lograrlo.
Primero. Conoce quién es el Espíritu Santo.
Es importante que lo tengamos nosotros claro para que se lo podamos explicar con sencillez y claridad a nuestros hijos.
El Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad y por lo tanto es Dios y como tal, debemos presentárselos a nuestros hijos para que lo tengan claro. Podemos usar material didáctico; activo, hacer dibujos, hacer canciones o juegos interactivos para que nuestros hijos a sus diferentes edades lo tengan claro y les podemos ir compartiendo un poco más cada vez.
Segundo. Conoce sus dones y frutos.
Existen 7 dones del Espíritu Santo que son:
Sabiduría. Para entender lo que favorece o perjudica al proyecto de Dios.
Entendimiento. Nos ilumina para aceptar las verdades reveladas por Dios.
Consejo. Nos ayuda a discernir los caminos y las opciones en nuestra vida.
Ciencia. Es el don de la ciencia de Dios, no de la ciencia del mundo.
Piedad. Nos permite estar abiertos a la voluntad de Dios, actuando como Jesús.
Fortaleza. Nos vuelve valientes para enfrentar las dificultades de la vida cristiana.
Temor de Dios. Nos mantienen en el debido respeto frente a Dios y en la sumisión a su voluntad.
Y son 12 frutos:
Benignidad, modestia, paciencia, paz, caridad, castidad, mansedumbre, perseverancia, templanza, bondad, fe y gozo.
Es bueno que se los demos a conocer a nuestros hijos poco a poco y de acuerdo a su edad y capacidades y para eso podemos echar mano de flash card, tarjetas con dibujos, memoramos, etc. para que jugando los aprendan y sepan en qué consisten; para que así los puedan pedir al Espíritu Santo y si se los concede los puedan poner al servicio de la comunidad, es decir, de la familia.
Tercero. Acude a Él para pedir su ayuda.
Es importante que tengamos en cuenta que el Espíritu Santo fue enviado a nosotros para auxiliarnos en nuestras necesidades por lo que es correcto si le pedimos ayuda.
No importa que sean cosas pequeñas o grandes, podemos siempre pedirle su ayuda y Él nos dará lo que vaya de acuerdo a la voluntad de Dios para nosotros.
Y nuestros hijos pueden hacerlo también conforme a sus necesidades, que no son pocas, como puede ser pedirle que les ayude a aprender lo que deben en la escuela, estudiar para el examen, ser pacientes para hacer la tarea con alegría, tener fortaleza para cumplir con sus deberes en casa, sufrir con amor alguna enfermedad, etc.
Podemos hacerlo con fórmulas establecidas o con nuestras propias palabras, lo importante es que lo hagamos con fe y esperanza de que nos ayudará y nos dará lo que es mejor para nosotros.
Si nuestros hijos lo hacen desde pequeñitos lo verán como lo más normal y lo harán después solos, cuando tengan alguna necesidad no dudarán en acudir a Él.
Cuarto. Déjate guiar por Él.
A veces pasa que le pedimos su ayuda y luego queremos controlar las cosas, sin dejarle actuar o poniéndole condiciones. Esto lo limita y le impide que actúe en nosotros.
Es importante que nos dejemos guiar por Él y lo hace por medio de signos, consejos de las personas más cercanas a nosotros, lecturas, canciones, etc. Es necesario estar abiertos a escucharlo y sobre todo a poner en práctica lo que nos pide o lo que nos inspira.
Pero debemos tener cuidado de que verdaderamente sea el Espíritu Santo el que nos esté inspirando y para eso existen varios criterios de discernimiento que nos pueden ser de ayuda, entre ellos está el que si sentimos paz con lo que nos está inspirando pues es evidente que viene de Dios.
Otra cosa importante es que debe ser algo bueno en sí mismo, debe ser honesto y no tener dobles intenciones y lo principal todo nos debe encaminar a tener un encuentro personal con Jesús y así imitar sus virtudes, sus actitudes y que nos permita llegar al Padre por su medio. Y para esto el Espíritu Santo no nos dejará solos siempre que le dejemos actuar.
Y quinto. De la fe a la acción.
Una vez que hemos llegado hasta este punto, debemos dar el paso a la acción. Debemos convertir en obras lo que el Espíritu Santo nos va inspirando, lo que nos va iluminando, lo que nos va permitiendo avanzar en la fe para que esto se convierta en obras concretas.
No podemos quedarnos solo en el plano de la teoría o la oración, debemos ser valientes y pasar a la acción, siempre guiados e iluminados por el Espíritu Santo.
Y también debemos procurar que nuestra familia esté siempre dispuesta a caminar por la senda que nos va marcando Él.
Sé que a veces cuesta mucho trabajo porque tomamos un rumbo contrario a lo que nosotros pensamos que es lo correcto, pero debemos tener fe en que Dios sabe lo que es mejor para nosotros y debemos buscar hacer nuestra la voluntad de Dios, es decir, poner todo lo que está de nuestra parte para que las cosas pasen pero estar siempre atentos a escuchar y leer lo que el Espíritu Santo nos va inspirando y corrigiendo si es necesario para ir por donde Dios nos va llevando.
Ojalá que seamos una familia que le da su lugar al Espíritu Santo y que nos encomendemos a Él cada día, así le estaremos dando permiso de actuar en nosotros y de propiciar que las cosas en nuestra vida cotidiana pasen de la mejor manera.