El conocimiento de Dios no es sólo un acto intelectual ni una acumulación de ideas, si no llevar a la práctica el amor fraterno y hacer llegar su mensaje a todos los hombres, es además llevar vida de comunión con Cristo que es amor, (1 Jn 3–10).
Konaté Hernández
Cancún, Quintana Roo.– ¿Es la poesía, amor?, Gustavo Adolfo Bécquer, lo definiría así –poesía eres tú–; si bien, poesía es un género literario caracterizado por ser una manifestación de sentimientos, emociones y reflexiones, expresadas por el ser humano respecto a la belleza, al amor a través de la palabra escrita, en verso o en prosa.
En este sentido los versos son una forma poética, para expresar en cierta forma, eso que algunos llaman “amor”, que muchas veces suele confundirse con meros deseos mundanos, pasión o lujuria.
Pero el amor es mucho más complejo, pues emerge de las profundidades insondables de la Misericordia Divina, término que proviene del latín “misere” miseria, “cordis” corazón y “ia” expresa “a los demás” y se manifiesta en obras corporales: dar albergue, de comer, beber, vestir al que no tiene, entre otros, y obras espirituales: enseñar, dar buen consejo, consolar al triste, rogar a Dios por el bienestar de los seres humanos. El amor no es recibir, ni espera nada a cambio, es dar la libertad al ser humano en busca de su felicidad a costa de la propia. El amor verdadero se da asimismo, todo, no en partes, ni en abonos, es desinteresado y gratis.
Anjezë Gonxhe Bojaxhiu mejor conocida como Madre Teresa de Calcuta diría “amor es dar todo, hasta que duela y si duele, dar más”. Para San Agustín “la medida del amor, es amar sin medida”, “aprueba a los buenos, tolera a los malos y ámalos a todos”; Santa María Magdalena diría, “el amor no sólo son frases llenas de ternura, es todo el corazón que se entrega sin medida” y para quien estas líneas, escribe sería, “porque en el llanto está la risa, y la risa en el sufrimiento y el sufrimiento en la felicidad”.
La definición de amor más clara la da San Juan en su Primera Epístola 4–8, “el amor es lo que mejor describe a Dios en su esencia y de Él, derivan todas las expresiones de amor humano auténtico.
El verdadero amor no debe confundirse con sentimientos humanos, como un mero capricho, pasatiempo o pasión, pues no se trata de un deseo carnal ni de querer poseer a una mujer o varón, el amor es paciente, servicial; no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. “Sin amor hasta las mejores cosas se reducen a nada, cualquier capacidad, acción o hazaña no tiene comparación con las cosas que se puedan hacer con amor y por amor”, diría San Pablo en su Primera Epístola a los Corintios.
Nuestro Señor Jesucristo resume los 10 mandamientos en dos, el primero en “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas” y “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No existe otro mandamiento mayor que éstos. (Mc 12, 29-31).