“Ya no lo volveré a hacer, seré enteramente fiel a mi esposa”. Se puede ser como la mujer del Evangelio, pues todos tenemos faltas y caídas, al pesar las decisiones realizadas en el pasado, pero el pasado, está en el pasado y se tiene que quedar en el pasado, se puede recordar el pasado, pero no vivir en el pasado.  

 Konate Hernandez

Cancún, Quintana Roo.– La gracia de Dios está en el futuro de cada persona, con un nuevo camino con agua fresca en el futuro, de ahí que el plan de Dios y la misión están en el futuro, indicó Monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, en la Catedral de la Santa Cruz y Santísima Trinidad en Cancún.  

Jesucristo está más interesado en restaurar la vida, que en destruirla, en curar, sanar que en aumentar el dolor de la herida, en el futuro que en el pasado, precisó. 

El reto es de ser capaces de reconocer la miseria y no lamentarse, sino arrepentirse, no dolerse del pasado, sino arrepentirse con sinceridad. Es fijar la mirada en el perdón de hoy, en la vida nueva que nos espera en el futuro. Arrepentirse es un nuevo nacimiento en la fe y en el amor al Señor. El remordimiento encadena al pasado, el arrepentimiento lanza al futuro. La mujer sorprendida en adulterio, avergonzada y arrepentida, sabía su pasado, pero cuando Jesús le da su perdón, le da un futuro, una nueva vida. De eso se trata la misericordia y el perdón de Dios: Restaurar la dignidad, ser curado y sanado, ser reconstruido completamente, recibir un nuevo futuro. Esto es luego de que todos, comenzaron a retirarse desde los más viejos, pero Cristo al erguirse cuestiona a la mujer deshecha, avergonzada, confundida y abandonada, ¿dónde están los que te condenaban?, no quedo ninguno, entonces Yo tampoco te condeno, vete y no peques más. No solo le dijo vete, sino ya no peques más.  

Cuando los judíos, por muchos años estuvieron en el exilio, recordaban nostálgicos sus años felices tras ser liberados de Egipto, luego de atravesar el desierto y llegar a la tierra prometida, el Señor a través del profeta les dice: “olvídense del pasado, Yo hago nuevas todas las cosas  y haré brotar ríos nuevos en la tierra árida”. Dios no solo está en el pasado, también está en el futuro, hay que dejar el pasado y poner los ojos en el futuro. Mientras San Pablo se reconoce perseguidor de la Iglesia, es tocado por la gracia y se le ha confía una nueva misión, por eso dice: “olvidando el pasado, me lanzo hacia adelante en busca de la meta y del trofeo al que Dios me llama desde el cielo en Cristo Jesús”. 

Dejar el pasado y lanzarse a conquistar la nueva vida en el porvenir, mientras los fariseos agarran a la pecadora en fragante adulterio y la presentan en el atrio ante Jesucristo para tenderle una trampa, lo único que buscan es desacreditarlo y condenarlo  junto a la pecadora. Si Él dice que la lapiden faltaría a la ley, porque solo Roma podía ejecutarla. Si dice que la dejen ir, despreciaría la autoridad de Moisés, pero Jesús no cae en la trampa y escribe en el suelo, quizá para dar a entender que ese momento no es para debatir sobre aquella mujer que está ahí parada temblando, llena de vergüenza y confusión, quizá escribía para dar tiempo a que examinarán sus conciencias, sin embargo persisten en su terquedad, por lo que al levantarse dice: “el que esté sin pecado, que tire la primera piedra”, concluyó Monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas.  

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