El Papa Francisco comentó el Evangelio de San Lucas que narra la Transfiguración de Jesús y animó a los fieles a “despertar del letargo interior” para poder “mirar hacia adentro y dedicar tiempo a los demás”.
Su Santidad citó el “sueño de los discípulos” que le acompañaban, que fueron los mismos que más tarde se durmieron en Getsemaní. Animó a los fieles a preguntarse si sienten “este sueño fuera de lugar en momentos que sabemos son importantes”.
“Tal vez por la tarde, cuando nos gustaría rezar, estar más despiertos, pasar un rato con Jesús después de un día de mil carreras y compromisos; o cuando es el momento de intercambiar unas palabras con la familia, ya no tenemos fuerzas”, dijo.
Ante esto, el Papa aseguró que la Cuaresma “es un período en el que Dios quiere despertarnos del letargo interior, esta somnolencia que no permite que el Espíritu se exprese”.
“Porque, no lo olvidemos nunca, mantener el corazón despierto no depende solo de nosotros: es una gracia, y hay que pedirla”, dijo a continuación.
El Papa señaló que “podemos pensar que fue la luz de Jesús la que los despertó. Como ellos, también nosotros necesitamos la luz de Dios, que nos hace ver las cosas de otra manera; nos atrae, nos despierta, reaviva el deseo y la fuerza para orar, para mirar hacia adentro y dedicar tiempo a los demás”.
El Papa también invitó a los fieles a pedir ayuda al Espíritu Santo y aseguró que “es posible vencer la fatiga del cuerpo con la fuerza del Espíritu de Dios” y que el momento para hacerlo es la Cuaresma.
“Después de las fatigas de cada día, nos hará bien no apagar la luz de la habitación sin antes ponernos bajo la luz de Dios. Démosle al Señor la oportunidad de sorprendernos y despertar nuestro corazón”.
Para lograrlo, el Papa propuso abrir el Evangelio “y dejarnos asombrar por la Palabra de Dios, porque la Escritura ilumina nuestros pasos e inflama nuestro corazón». Y también a “mirar el Crucifijo y maravillarnos ante el amor loco de Dios que nunca se cansa de nosotros y tiene el poder de transfigurar nuestros días, de darles un nuevo sentido, una luz diferente e inesperada».
¡EN NOMBRE DE DIOS, PAREN ESTA MASACRE! EXIGE EL PAPA EL FIN DE LA GUERRA EN UCRANIA
El Papa lamentó la situación de las víctimas de la guerra en Ucrania y exigió el cese del conflicto antes de que las ciudades “se conviertan en un cementerio”.
Su Santidad expresó su profundo dolor por la situación que se está viviendo en Ucrania.
El Papa Francisco habló de Mariupol, la ciudad ucraniana conocida como “la ciudad de María”, que se ha convertido en el lugar que más severamente está sufriendo los ataques de Rusia.
Desde hace varios días, los soldados rusos han sitiado la ciudad y los civiles se encuentran atrapados sin apenas luz, comida o calefacción. Los que no logran sobrevivir son enterrados en fosas comunes que, según denunció el Patriarca ucraniano Sviatoslav Shevchuk, no se veían desde la época nazi.
El Papa ha asegurado que “ante la barbarie de la matanza de niños, inocentes y civiles indefensos, no hay razones estratégicas que valgan: lo único que hay que hacer es poner fin a la inaceptable agresión armada, antes de que reduzca las ciudades a cementerios».
“Con dolor en el corazón, uno mi voz a la de la gente común, que implora el fin de la guerra, en nombre de Dios, que se escuche el grito de quien sufre y se ponga fin a los bombardeos y a los ataques”, rogó el Santo Padre.
“En nombre de Dios os pido, ¡parad esta masacre!”, dijo el Papa dejando ver su frustración y dolor ante la guerra.
El Papa pidió a todas las comunidades diocesanas y religiosas “aumentar los momentos de oración por la paz. Dios es sólo el Dios de la paz, no es el Dios de la guerra, y quien apoya la violencia profana su nombre”, concluyó.
MONJAS SE QUEDARON EN UCRANIA Y SON LAS HEROÍNAS EN SILENCIO
Las religiosas en Ucrania también sufren los embates de la guerra, pero el miedo y los peligros no impiden que sigan ayudando a los fieles locales, con la esperanza puesta siempre en el Señor, sostenidas por las oraciones y la ayuda de los católicos de todo el mundo.
Magda Kaczmarek, responsable de los proyectos de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) para Ucrania, está en contacto con diversas congregaciones religiosas en las zonas de guerra y comparte el testimonio de una hermana de un convento en el norte del país.
Por razones de seguridad ACN reserva el nombre de la religiosa y el lugar donde está, pues allí “se está librando una batalla feroz”.
Ante los constantes ataques rusos, las religiosas han tenido que refugiarse varias veces en el sótano y duermen con el hábito puesto para poder salir ante cualquier emergencia; apagan todas las luces por las noches para evitar ser blancos de los bombardeos; y ahora incluso tienen un teléfono móvil con ellas cuando rezan para saber si es que hay un ataque.
Kaczmarek dijo que el sótano del convento ya no es tan seguro y las religiosas han tenido que resguardarse en un refugio antiaéreo. Varias bombas han caído ya cerca del convento, dejando como víctimas a una joven familia vecina.
“Las hermanas han acogido en su convento a tres familias que temían por sus vidas”, agregó.
Los vecinos del convento, que ven en las religiosas un signo de esperanza, afirman.
Una de las religiosas compartió que nunca han rezado tantos rosarios como ahora, en medio de la guerra.
En respuesta a la grave crisis humanitaria en Ucrania a causa de la guerra, ACN ha preparado un paquete de ayuda de emergencia de 1.3 millones de euros.
El presidente ejecutivo de ACN, Thomas Heine-Geldern, dijo que esta ayuda beneficiará a los sacerdotes y religiosos que trabajan en parroquias, orfanatos y residencias de ancianos, y que se ocupan de los desplazados en toda Ucrania.
MONJA DONA SU RIÑÓN A UN EXTRAÑO Y AYUDA A OTRA RELIGIOSA ENFERMA A SALVAR SU VIDA
Sor María José de la Preciosísima Sangre de Jesús, religiosa de la Congregación de las Clarisas en Cleveland, tras donar su riñón a un extraño, también contribuyó a que otra joven religiosa enferma salve su vida.
Sor María José trabajaba como enfermera en 1995 cuando decidió ingresar al mismo monasterio donde comenzó la vocación religiosa de la Madre Angélica, fundadora de Eternal Word Televisión Network. Abrazó la misión de penitencia y adoración perpetua del Santísimo Sacramento de las Clarisas, y se dedicó a ser enfermera de su comunidad religiosa. Durante su servicio se enteró que la monja más joven del convento, sor Jacinta del Inmaculado Corazón de María, estaba muy enferma y necesitaba con urgencia un nuevo riñón.
Sor Jacinta comenzó a manifestar su enfermedad desde 2019. Al ser hospitalizada se enteró que padecía la enfermedad de Berger, un mal renal autoinmune. Tras meses de evaluaciones, se determinó que debía recibir un trasplante de riñón y la ingresaron en la lista de espera para obtener el órgano de un donante fallecido.
La espera podía ser larga y llegar muy tarde, pues según la Administración de Recursos y Servicios de Salud (HRSA), cada día mueren 17 estadounidenses que esperan trasplantes de órganos. Además, más de 106 mil pacientes esperan pulmones, hígados y otros órganos sanos; y la mayor demanda es de riñones.
Fue así que la enfermera que atendió a sor Jacinta les dijo que se podía hacer el trasplante antes si hallaban un donante vivo adecuado. Como sor Jacinta es de Bangladesh y ninguno de sus parientes vivía en Estados Unidos, sor María José se ofreció a donarle su riñón. “Lo haría por una hermana biológica”, dijo. “Bueno, somos hermanas en Cristo”, agregó.
Sin embargo, su tipo de sangre resultó incompatible con el de sor Jacinta; pero surgió una nueva opción: Sor María José podría donar su riñón a un extraño y con ello abrir la oportunidad para que otra persona, que sí sea compatible, pueda ser el donante que sor Jacinta necesitaba.
Los médicos determinaron que sor María José viviría una vida normal con un solo riñón. Fue así que inició su proceso de solicitud que implicó “numerosas pruebas médicas y extracciones de sangre”, así como “una clase virtual para donantes”. Luego, el trabajador social y el defensor del paciente confirmaron que la monja tomó la decisión de donar su riñón con libertad.
El 13 de abril de 2021, sor María José se sometió a la cirugía de trasplante de riñón y optó que sea de forma anónima. “Pensé, ‘mejor dejarlo en manos de Dios’”, dijo. Si bien ella no sabe nada de esta persona, supo que la operación fue un éxito. “Fue muy agradable cuando una enfermera me dijo que todo iba bien después de recibir mi riñón”, señaló.
Al poco tiempo, el 2 de junio de 2021, sor Jacinta recibió un riñón de otro donante anónimo fuera del estado. Los médicos dijeron que necesitará tomar medicamentos toda su vida, pero estiman que el nuevo riñón le servirá por unos 20 años. Hoy en día, la religiosa continúa orando por el donante. “¡Estoy tan agradecida! Lo estoy haciendo bien”, dijo.
El gesto de sor María José y del donante anónimo de sor Jacinta es un acto de “heroísmo cotidiano” que el Papa San Juan Pablo II destacó en su encíclica Evangelium Vitae.