La impresionante historia de conversión al cristianismo de una campeona de Roland Garros

Mara Santángelo ganó Roland Garros en 2007. Tenía dinero, éxito, pero necesitaba algo, o a Alguien, para llenar y curar las «heridas» de su corazón

* Tuvo que retirarse del tenis profesional en 2009 por una lesión, pero en 2006 ganó la Copa del Mundo (Fed Cup) con el equipo italiano.

* Acaba de presentar el libro en italiano donde cuenta su testimonio “Té lo prometo – el partido de la vida, la fuerza de la fe, el valor de levantarse.

 (Antonio Gaspari / Zenit /  Camino Católico)  Al inicio de la película «Bella» el protagonista Eduardo Verástegui cuenta que su abuela le decía a menudo «si quieres hacer reír al Señor cuéntale lo proyectos del hombre». Parece una frase hecha a posta para lo sucedido a Mara Santangelo, una tenista italiana, con talento y determinada, la cual aun teniendo un problema en los pies que le hace sufrir cada vez que juega, el 22 de junio del 2005 estuvo a punto de realizar el sueño de su vida: jugar en Wimbledon, el campeonato mundial de tenis y ganar contra una de las jugadoras más fuertes: la estadounidense Serena Williams.

Sin embargo, precisamente en el mejor momento, después de haber ganado el primer set, los dolores en el pie izquierdo se hacen insoportables, pide permiso para ir al baño, se quita las zapatillas y sus pies eran un baño de sangre. Estoicamente Mara vuelve al campo, juega durante los dos sets siguientes, pero no hay más partida, no consigue apoyar más lo pies sin sentir punzadas de dolor.

Su humor es negro, reza y se lamenta, se dirige a su madre en el cielo, se enfada con el Señor porque parece que la haya abandonado precisamente en el momento más importante. Aun sufriendo en los pies desde nacimiento por una leve malformación, Mara había prometido a su madre que llegaría a Wimbledon y se convertiría en una campeona de tenis.

No obstante, esta decepción, Santangelo va adelante y en el 2006, junto con Francesca Schiavone, Flavia Pennetta y Roberta Vinci conquista la Copa del Mundo (fed Cup). Su set es decisivo cuando gana a la belga Kirsten Flipkens llevando a Italia al dos a dos. En el quinto y conclusivo partido la campeona Justine Henin se vio obligada a retirarse e Italia gana por primera vez la Fed Cup.

Santangelo comenzó a jugar al tenis con 5 años. A los 12 fue convocada al Centro Técnico Federal y siempre ha formado parte del equipo nacional. Profesional del 1998 al 2010 ha ganado cuatro veces contra las primeras diez del ranking mundial, cuenta con 9 torneos vencidos en individual y 23 en dobles.

No obstante, su capacidad de resistir al dolor al final del 2009 Mara debe rendirse. Después de otra lesión, le diagnostican el Neuroma de Morton que implica la eliminación de un nervio. Desde ese momento Mara no podrá jugar más a nivel profesional

En el libro donde cuenta su historia «Te lo prometo – el partido de la vida, la fuerza de la fe, el valor de levantarse» editado por Piemme, Santangelo escribe:

«Dejar el tenis ha sido duro. El infortunio que siempre me ha dejado lejos de la victoria y de los campos de juego me ha obligado a combatir el partido más difícil de mi vida. No es un punto, no es un juego, no es un set, no es un partido. Es el camino de la fe que, de repente, después de tanto buscar, me ha iluminado el alma en Medjugorje conduciéndome donde no imaginaba poder llegar».

El libro de Santangelo fue presentado el 20 de julio en San Benedetto del Tronto en el contexto de la XIII edición de la manifestación «Escritores bajo las estrellas» promovida por la librería «la Bibliófila».

En el libro la autora cuenta su historia agonística y humana. Una vida difícil, con los padres que se separan cuando ella era aún pequeña. Su amada madre muere en un accidente de tráfico, cuando ella tenía solo 16 niños. Un luto nunca aceptado en el fondo. Un intento de reacción que la empuja a andar adelante por la promesa hecha a la madre y una determinación que refleja la rabia contra el dolor que sufría en los pies.

En realidad, Mara estaba enfadada contra el mundo, para el dolor de pies y por la pérdida de su madre. En su camino encuentra muchas personas que la querían mucho y la ayudaban como Giampaolo Coppo, su entrenador, «maestro en el campo y en la vida» y muchos otros que encontrará después de un viaje a Medjugorje.

Toda la primera parte del libro es la historia de esta rabia, y de una incapacidad de Mara de aceptar el dolor que la penaliza y que le impide hacer lo que más ama, jugar al tenis, y el destino adverso y cruel que la ha privado de su amada madre.

Mara no consigue librarse de los tormentos hasta que no decide ir a Medjugorge. Intensísima la parte del libro en la que cuenta la noche que cambió su vida. Mara que se decía capaz de «hacer apenas la señal de la cruz y apenas recuerda el Ave María» cuenta la primera confesión después de años de silencio y de clausura. En fila frente al confesionario, Mara tiene miedo, pero busca el valor, se dice «Jesús entenderá mis fragilidades. Fuerza Maretta, peor que Williams este sacerdote no podrá ser nunca».

Era desde el día de la Primera Comunión que Santangelo no se confesaba. Después de arrodillarse confiesa todo, un río que se inunda. Se siente amada, entendida, escuchada y una serenidad que nunca había sentido.

Ha escrito en el libro «ha sido el inicio de una nueva vida». Así Mara Santangelo, tenista con talento y fuerte, siempre muy reservada, comienza a hacer asistencia y acogida a otros. Entra en el grupo de Chiara Mirante «Nuevos horizontes» y participa activamente en la iniciativa «abrazos gratis». Confiesa «¡que felicidad ser útil al prójimo. ¡Qué alegría acoger con amor, buscando ser fuente de compartir!»

A quién le ha preguntado: «¿por qué una persona de éxito como tú, que tiene de todo, se pone en medio de una calle a regalar abrazos?» Mara responde: «nuestra existencia no es nada sin amor, sin un corazón dispuesto a donar, a amar y ser amado».

«El verdadero renacimiento espiritual– concluye Mara – está en el entender que, a través de ti, otros pueden ver una luz que va más allá de tu persona, más allá de la carne y la materia; la luz resplandeciente de Cristo».

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