Redacción/PERIODICO SAGRADA FAMILIA

«El poder de lo discreto:

Filosofía de un peón».

El peón es la figura más modesta del ajedrez y sin embargo en su pequeñez habita una grandeza silenciosa.

No posee la agilidad del caballo ni la distancia del alfil.

No reina ni domina.

Avanza lentamente, siempre hacia adelante, como quien sigue el deber por encima del deseo.

No retrocede porque no hay virtud en la nostalgia.

El peón no se rebela contra su lugar en el tablero.

Acepta su condición con dignidad y es precisamente esa aceptación, esa entrega a la función que le fue asignada lo que lo hace invencible en espíritu.

Cada paso que da es un acto de coraje, no porque desafíe al enemigo, sino porque desafía su propio temor al sacrificio.

Puede ser tomado, puede caer y aun así, no se detiene.

Si llega al final, se transforma.

Pero no por ambición, sino por mérito.

Porque el alma que ha caminado rectamente por el campo de batalla, sin desviarse de la virtud, ha ganado el derecho a florecer.

Así que el peón nos enseña:

La verdadera elevación no es la que se impone, sino la que se alcanza sin traicionar la esencia.

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