Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
ENGANCHADOS
En Navidad, tuve un angelito decorando el Belén. Entonces se me ocurrió que quedaría muy bien colgado en una alcayata vacía que tenía en el pasillo. Y, ayer, ¡llegó el momento de “reubicarle”!
Sin embargo, al intentar ponerlo, descubrí que la alcayata en cuestión era gordísima. ¡No encajaba de ninguna manera!
Total, que ahí me ves, de lo más animada… ¡moviendo todos cuadros del pasillo! Había que encontrar una alcayata adecuada para el ángel, ¡y un cuadro que encajase en la alcayata grande!
Entonces caí en la cuenta de que tipo de decoraciones están sujetas a la pared por un solo punto. Con ese único enganche, viven confiadas, flotando como si no pesasen nada…
Y también el Señor a nosotros nos invita a “dejar de pisar el suelo”, a vivir confiados, colgados de Su mano.
En efecto, muchas veces nos lleva por caminos inesperados, nos encomienda misiones que jamás habríamos imaginado, ¡¡y sentimos que nos quedamos sin ninguna seguridad!!
Sin embargo, siempre nos quedará un punto de apoyo, como una alcayata en medio de la pared, un enganche que nos permite flotar, sin miedo a terminar hechos añicos: la confianza en Él.
Y Cristo ha querido abajarse, hacerse hombre, hacerse pequeño… para poder encajar con cualquier enganche. En la alcayata de Su corazón, ¡¡todos encajamos!!
Se ha hecho tremendamente pequeño en su humanidad, pero es infinitamente poderoso por su divinidad. No hay miedo a caerse. El amor del Resucitado es para siempre, es la alcayata firme que nos sostiene, ¡aunque todo a nuestro alrededor se tambalee!
“Aunque los montes cambiasen y vacilaran las colinas, no cambiaría mi amor, ni vacilaría mi alianza de paz, dice el Señor que te quiere” (Is 54, 10).
Hoy el reto del amor es engancharte… ¡y enganchar! Te invito a que, en tu rato de oración, disfrutes de saberte amado y sostenido por el Señor, ¡tu corazón se llenará de alegría! Que esa alegría sea a su vez alcayata: ¡que puedas ser hoy un apoyo para quien vive a tu lado!
VIVE DE CRISTO