Redacción/PERIÓDICO SAGRADA FAMILIA
Cancún, Quintana Roo.– ¿Qué significa para ti la expresión “¡Feliz Navidad!”? ¿Significa una cena abundante, baile y diversión por una noche? ¿O bien, hacerle a Jesús un espacio en tu corazón, donde abunde la justicia, la fortaleza, la templanza, la prudencia y la caridad?
Pide a Dios en oración por las familias que viven en conflicto o desintegradas, para que encuentren la manera de vivir en armonía, sea cual sea su situación.
Pídele también por aquellas personas con las cuales hayas tenido un conflicto. Si está en tus posibilidades visitar a alguna de ellas –siempre que sea prudente–, hazlo y llévale un presente simbólico, tal vez algo que tú mismo hayas elaborado, y deséale que tenga una muy feliz Navidad.
¿Estás dispuesto a dejar que el Niño de Belén llene tu corazón, que allane en él las colinas del orgullo, la vanidad y la soberbia, y que llene los valles de la depresión, los fracasos y la tristeza? Haz un propósito de pasar esta próxima Nochebuena centrando tu atención en el motivo principal que es el nacimiento de Jesús. Piensa en alguna actividad que signifique un momento de intimidad con Jesús (entonar un arrullo, contemplar y disfrutar la paz de la escena de tu nacimiento, escuchar villancicos que describan el nacimiento de Jesús, bendecir los alimentos, etc.) Invita a tu familia a participar de tu propósito.
Dulce Niño de Belén, haz que penetremos con toda el alma en este profundo misterio de la Navidad.
Pon en el corazón de los hombres esa paz que buscan, a veces con tanta violencia, y que tú sólo puedes dar.
Ayúdales a conocerse mejor y a vivir fraternalmente como hijos del mismo Padre. Descúbreles también tu hermosura, tu santidad y tu pureza. Despierta en su corazón el amor y la gratitud a tu infinita bondad. Únelos en tu caridad. Y danos tu celeste paz a todos. Amén. (Papa Juan XXIII)
Navidad, 25 de diciembre
Un Hijo se nos ha dado.
Eres tú, Jesús, el Hijo que me hace hijo.
Me amas como soy, no como yo me sueño.
Al abrazarte, Niño del pesebre,
abrazo de nuevo mi vida.
Acogiéndote, Pan de vida,
también yo quiero entregar mi vida.
Tú que me salvas,
enséñame a servir.
Tú que no me dejas solo,
ayúdame a consolar a tus hermanos,
porque desde esta anoche
todos son mis hermanos.
Amén.
(Oración del Papa Francisco)
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