5 virtudes necesarias en la vida de fe de todo hombre católico.
En el mundo actual, la imagen del hombre se encuentra en el centro del debate y como católicos es más necesario ser ejemplo de una masculinidad correcta. ¿Tienes dudas de donde comenzar? Estas son 5 virtudes que puedes practicar para mejorar tu vida espiritual.
En una entrevista con ChurchPOP, Moisés Silva Nathiz, administrador del proyecto “Patris Corde” que habla sobre la masculinidad y paternidad a la luz de la fe, dio algunos consejos para los hombres católicos y destacó las virtudes que considera necesarias en la vida espiritual.
1) Devoción
Procurar estar dedicado santamente y sanamente a Dios, a las personas (según nuestro estado de vida), trabajos y deberes que el Señor nos confía, valiéndonos de todos los medios de gracia y sin duda con acciones concretas y coherentes. ¡Sé Devoto!
2) Castidad
Dominio de sí para amar de verdad y para ser el reflejo de un hombre de Dios que se entrega total, fiel, libre y fecundamente, no lo contrario, que tanto dolor ha traído al mundo y tantas vidas. Hombres que procuran el bien ante todo para todos, incluyéndole. Está virtud fue, increíblemente, clave para mí vida y vocación.
3) Responsabilidad
Estar comprometidos de verdad en todo lo que hacemos. Hacer todo con amor, esto diferencia a los hombres de verdad de las caricaturas de masculinidad. Un hombre responsable hace muchísimo bien. Aclaro, responsable no es sinónimo de estar excesiva e insanamente ocupado. ¡Cuidado!
4) Asumir la responsabilidad
Es parecido a lo anterior, pero esto indica una disposición más proactiva. Sobre todo, reconocer debilidades, errores, carencias en las que debemos trabajar. Sin cobardías, sin huir o cargar a otros aquello que nosotros hemos provocado, solo así podemos lograr un cambio objetivo. Nadie debe pagar, injustamente, lo que vos has provocado.
5) Sacrificio
Que anula todo egoísmo en nosotros. Ser otro Cristo. «El sacrificio está en el corazón del amor», Mons. Thomas Olmsted. Cuánto honor y grandeza hay en estas virtudes. Si no morimos no podemos producir frutos de santidad y bien para los que amamos.