Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
CONSTRUIR COMUNIDAD
Mis manos no entraron en diálogo, y cuando una estaba cerrando un cerrojo enorme, la otra estaba sobre el hierro en el que este llega a su límite. La mano derecha, con todas sus fuerzas, lo deslizó, dando un buen pellizco a la izquierda.
Sé que, en realidad, era yo quien debía haber estado más atenta y coordinar una mano con la otra, pero ver cómo dos miembros del mismo cuerpo pueden herirse me ayudó a ver al Señor.
¿Cuántas veces nos herimos entre nosotros en lo cotidiano, fruto de la falta de diálogo, del cansancio, de malos entendidos? Pequeñas cosas que nos hacen pensar que hacer algo bueno por esa persona a la que tanto queremos sustituye a la palabra “perdón”, y así vamos cubriendo heridas.
¿Por qué tememos pedir perdón? Pensamos que mostrar nuestra debilidad nos deja vulnerables. Nos da miedo exponernos, que el otro vea nuestras limitaciones, nuestro cansancio o nuestra prisa. Sin embargo, es precisamente en esa vulnerabilidad donde se manifiesta la grandeza del Amor.
Cuando mostramos nuestra debilidad y pedimos perdón, estamos construyendo relaciones más fuertes y sólidas. La debilidad es el punto de encuentro y, compartida, edifica, dejando que entre la Misericordia.
Jesús, tras resucitar, muestra sus heridas a los discípulos (Jn 20, 19-29). No las esconde, sino que las presenta como testimonio de su amor. Mira sus manos y sus pies: tu debilidad está allí, porque Él la ha amado primero. Ha muerto y resucitado por ti, para que sepas que eres amado en cada una de tus fragilidades, y así puedas también mostrar tus propias heridas, sabiendo que en ellas has sido profundamente amado.
“Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad. Así que, con gusto me gloriaré de mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo” (2 Cor 12, 9-10).
Hoy, el reto del amor es que pronuncies la palabra “perdón” desde tu debilidad en algo pequeño y sencillo. Pídele a Jesús que haga crecer en ti esa sensibilidad que te permita vivir constantemente en la dimensión del Amor.
VIVE DE CRISTO