Confía, porque el amor de Dios es tan grande como el mismo cielo. Él está aquí para colmar tu vida de felicidad y prosperidad. No importa las circunstancias que enfrentes, recuerda que Su amor es incondicional y siempre está presente.
Como dice Romanos 8:38-39: “Porque estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo futuro, ni ningún poder, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada podrá separarnos del amor de Dios que es en Cristo Jesús nuestro Señor.” Este amor te rodea y te sostiene en cada paso de tu camino.
Hoy, abre tu corazón y permite que ese amor divino transforme cada área de tu vida. Recuerda las palabras de Santa Teresa de Ávila: “La oración es un acto de amor.” Al confiar en Dios y entregarte a Él, estarás cultivando una relación profunda que te llenará de paz y alegría.
Amén.
¿Quién era Santa Teresa de Ávila, o como se le conoce de otra manera, de Jesús?
Su verdadero nombre era Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada, nacida el 28 de marzo de 1515 en Ávila, España. Fue allí donde a la edad de 20 años ingresó al monasterio carmelita de la Encarnación, tomando el nombre de Teresa de Jesús. Durante su juventud se vio afectada por una grave enfermedad que la obligó a acostarse por mucho tiempo. Durante cuatro días incluso permaneció en coma, como si estuviera muerta. Pero esto no le impidió vivir una vida religiosa plena y convertirse en una de las figuras más importantes de la Reforma católica. De hecho, desde muy joven comenzó a comprometerse concretamente a la reforma de la Orden de los Carmelitas, y en 1562 logró fundar el primer Carmelo reformado en Ávila, seguido de otros 16 en todo el país.
Santa Teresa escribió muchos textos que recogían los puntos de su doctrina místico-espiritual
En primer lugar, enunciaba las virtudes evangélicas como la base de toda la vida cristiana y humana. Esta visión incluía la necesidad de separarse de los bienes terrenales para abrazar la pobreza, pero también el amor al prójimo; la humildad; la determinación; la esperanza teologal.
Pero Santa Teresa también predicaba la necesidad de una profunda sintonía con los grandes personajes bíblicos y una especie de amistad necesaria entre el hombre y Dios. En su «Vida», hablando de la oración, ella escribió: «Orar es tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con Quien sabemos nos ama» (Vida, 8,5).
Nuevamente, Santa Teresa D’Avila profundizó el tema de la humanidad de Cristo, enfocándose en el hecho de que la vida del cristiano debe ser una relación personal con Jesús, basada en su amor e imitación, y dirigida a la unión con Él. Para lograr esto, la Santa predicaba la necesidad de meditar sobre la Pasión y la Eucaristía. Toda la experiencia humana y religiosa de Santa Teresa fue una tendencia a esta perfección del amor, a esta plenitud de y en Cristo. En su obra más famosa, el «Castillo interior», viaje del alma en busca de Dios, describe esta plenitud que se realiza en la unión con Cristo a través del misterio de su humanidad.
Pero nos gusta pensar en Santa Teresa de Ávila también por su profunda actualidad. El 2 de febrero de 2011, durante la audiencia general del miércoles, el Papa Benedicto XVI dijo de ella: «En nuestra sociedad, a menudo carente de valores espirituales, santa Teresa nos enseña a ser testigos incansables de Dios, de su presencia y de su acción; nos enseña a sentir realmente esta sed de Dios que existe en lo más hondo de nuestro corazón, este deseo de ver a Dios, de buscar a Dios, de estar en diálogo con él y de ser sus amigos. Esta es la amistad que todos necesitamos y que debemos buscar de nuevo, día tras día. Que el ejemplo de esta santa, profundamente contemplativa y eficazmente activa, nos impulse también a nosotros a dedicar cada día el tiempo adecuado a la oración, a esta apertura hacia Dios, a este camino para buscar a Dios, para verlo, para encontrar su amistad y así la verdadera vida; porque realmente muchos de nosotros deberían decir: «no vivo, no vivo realmente, porque no vivo la esencia de mi vida». Por esto, el tiempo de la oración no es tiempo perdido; es tiempo en el que se abre el camino de la vida, se abre el camino para aprender de Dios un amor ardiente a él, a su Iglesia, y una caridad concreta para con nuestros hermanos».
¿Cuándo se celebra Santa Teresa?Santa Teresa fue beatificada en 1614 y luego santa por el Papa Gregorio XV en 1622. En 1970, Pablo VI la inscribió entre los doctores de la Iglesia, junto con Catalina de Siena. Se celebra el 15 de octubre, día de su muerte. Se dice que sus últimas palabras fueron: «Al final, muero como hija de la Iglesia. Ya es hora, Esposo mío, de que nos veamos».