Konaté Hernández/PERIÓDICO SAGRADA FAMILIA
Cancún, Quintana Roo.— En la visita pastoral de Monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, para administrar el Sacramento de la Confirmación durante la Santa Misa, en la Cuasiparroquia del Espíritu Santo en Villas Otoch I Etapa en Cancún.
Cientos de fieles congregados en el recinto católico, participaron de la Santa Misa, así como del convivio al concluir está.
Durante las últimas semanas de Pascua, se escucharon fragmentos de los discursos de despedida de Jesús, en los que expresa que «volverá al Padre» y «enviará al Espíritu Santo», Paráclito, que proviene del griego Paráklētos y significa Abogado, Defensor, el que Consuela y habla como Amigo, indicó el obispo.
Y añadió que, de esta forma, se expresa que, el Espíritu Santo descenderá para entrar en el íntimo de los corazones para conducirlos a la Verdad que es Cristo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”) y en el Señor resucitado nos encaminamos al Padre: “Nadie va al Padre si no es por mí”.
En este Ciclo C, la liturgia se enfoca en la expresión dicha por Jesús: «reciban al Espíritu Santo: a los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar».
Para continuar que el texto nos ayuda a entender que el perdón es un don de Dios. De modo que, entre más nos acerquemos a la misericordia de Dios, más podremos entrar en el correcto significado del perdón; y no en aquel que acomodamos a nuestras conveniencias.
Así, podremos descubrir que, los primeros necesitados del perdón somos nosotros mismos; entonces, para poder otorgar el perdón, necesitamos experimentar la gracia del Espíritu. De esta forma, el perdón no es una obligación del creyente, ni una imposición de la fe, sino que es un “poder” que transforma tu interioridad haciéndolo capaz de un proceso de reconciliación.
El perdón de Dios no es pacifismo, en el que cerremos nuestros ojos ante las problemáticas sociales; es todo lo contrario, el Espíritu Santo nos mueve en el calor de la esperanza a ser signos de consuelo. Él es quien nos guía al corazón abierto del Hijo en la Cruz, sabiendo que en su resurrección y animados por el Espíritu seamos “vida” en nuestros distintos ambientes, concluyó Monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas.